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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Kiriki

Me habían avisado del tamaño de Tokio, pero no de cuánto sus tentáculos podían alcanzar. Ahora lo compruebo. En el camino desde Tokio a Hikone, mi siguiente parada, atravieso campos y campos, donde casas y casas se colocan como dados en un tablero: la ciudad hace kiriki, nunca deja de crecer y de ganar.
Aparentemente, el sitio donde me voy a quedar los próximos días es un lugar tranquilo. Tiene su castillo al borde de un lago, y un aspecto de lugar no se sabe si olvidado o perdido. Me va a venir bien para pensar en mi partida de dados particular.

Abrazos

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