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martes, 17 de marzo de 2015

Del debate al wáter

Realmente me quedo pasmado viendo el espectáculo circense que nos ha regalado esta noche la televisión pública...lo que decían que iba a ser un debate, ha terminado invitándome a ir directamente como ha hecho algún PoNi que otro: directamente al wáter...




En primer lugar, no sé por qué le llaman debate. No se ha debatido. Cada uno ha mirado a la cámara, ha soltado sus tonterías y ni siquiera se ha preocupado de contestar lo que ha dicho el de al lado: confirmación clara de que lo que estaban diciendo, cara a la galería, no tenía el más mínimo interés.

En segundo lugar, por encima de las cagadas que han dicho, la impresión lamentable que uno por uno han dado a nivel político y personal. Para llevarse las manos a la cabeza...especialmente por la no-electa presidenta de la Junta, que por momentos parecía que era ella la que dirigía los turnos de palabra. Chusca hasta la náusea, Susana. Te has lucido, otra vez más.

En tercer lugar, y ya me sé la respuesta de que "todavía no están elegidos", en el vodevil de esta noche debieran haber estado dos partidos que tal vez hubieran ayudado a centrar las cosas; uno en un extremo y otro en otro, Ciudadanos y Podemos. Sin el tercio de intención de voto que se calcula que ambos representan, lo de hoy, sencillamente no tiene sentido.

Por eso, con todos mis respetos, antes de acostarme apuro mi tapita de queso frente a la tele, lavándome el cerebro con la vecina cadena infantil, Clan...visto lo visto, sinceramente, los mensajes vitales de Bob Esponja me llegan más...

Plax

viernes, 8 de agosto de 2014

Sao Paulo como espejo de nuestra Civilización

Hace unas semanas volví a pasear en coche por Sao Paulo.

Iba sentado en el asiento de atrás, mirando desde la ventanilla el paisaje urbano, reflexionando sobre cada fotograma que la ciudad me mostraba, como un niño pequeño a quien su padre conduce hacia direcciones y paisajes desconocidos. Esa es la sensación que tengo cada vez que paseo en coche por Sao Paulo: la del niño pequeño que pasea en coche con su padre por parajes desconocidos. Y es que Sao Paulo nunca deja de sorprenderme, no por lo novedoso, sino por el sobrecogimiento y desasosiego que el paisaje urbano deja en mi interior. Es un sentimiento difícil de explicar con palabras.

A la brutal desestructura urbanística, se suma la extremadamente desagradable suciedad, los grafitis con tintes demoniacos (o al menos, ese es el tinte con el que los veo) desplegados por doquier a lo largo de toda la ciudad, el tono plomizo y gris del ambiente, la sensación de miedo permanente... No contrarrestada en absoluto por los oasis de exclusividad casi inmorales de zonas como Itaim Bibi.

Sao Paulo es un desastre humano.

Y pensando sobre ello, ensimismado en el coche, me venían a la mente fotogramas de la ciudad de Los Ángeles en la era Blade Runner, que se entremezclaban con los fotogramas de la ciudad de Sao Paulo que tenía ante mis ojos, dudando en algunos instantes de cuál era cuál. Me resultaba difícil distinguirlas, aun cuando ante mi no veía ningún vehículo volador, aunque poco faltará para que los inventen y se pueda transitar por Sao Paulo en tiempos asumibles.

Y en esos momentos, como me sucede con las novelas fantásticas de Murakami, no conseguía distinguir la realidad de la ficción, concluyendo que, sin duda, Sao Paulo se dirigía inexorablemente hacia el concepto de ciudad desplegado en la genial Blade Runner, para conseguir, inevitablemente y en presumiblemente poco tiempo, materializarlo en acto.

Y absorto en todo esto, concluí que si nuestras urbes se dirigen hacia lo que era Los Ángeles en Blade Runner, como civilización, la hemos cagado y la seguimos cagando. Como en tantas otras cosas que desde nuestra burbujita de la Fofa Europa no alcanzamos a vislumbrar.

Un gran reto para los políticos de nuestra era. Si es que se espera aún algo de ellos, incluidos los que vienen ahora como gurús con ideas de chichinabo.


Con todos mis respetos.

Miniurgo.



  

lunes, 15 de julio de 2013

Jesus Christ with Two Guns, o la raya horizontal

Es por cosas como esta por las que me esfuerzo en transmitir en clase que podemos aprender de todo, absolutamente de todo. El origen de esta preocupación mía está en lo que me enseñaron algunos profesores vagos que tuve, que resolvían su falta de interés, tiempo y compromiso para con la arquitectura diciendo que el regionalismo era malo por naturaleza. Que solo lo moderno era bueno, como si lo que habían construido Aníbal González, Talavera, Arévalo, Vicente Traver, Gómez Millán...no fuera siquiera digno de atención.

Claro está, esos profesores malos reducían luego su trabajo profesional a deslizar el paralé trazando líneas paralelas para alzados de proyectos resueltos por la vía fácil, que servían de pantalla de contenidos completamente inmediatos y banales. Pensaban con eso que eran modernos. El arco les repugnaba, la voluta les producía náuseas, como si eso les hiciera ser mejores, castos y puros defensores de algo, la arquitectura, que reducían en su entendimiento a lo que aparentemente les costaba menos trabajo practicar: la raya horizontal.

Con esto, no quiero hacer apología de nada. Dentro de la arquitectura, a lo que me dedico, he aprendido a disfrutar de todo aquello que se hace con atención y honestidad, sea de la forma que sea, en el estilo que sea, de la época que sea. Gracias a otros maestros buenos que tuve me interesé en apreciar también todo aquello de lo que renegaban los malos. Lo que pasa es que aunque algunos pudimos encontrar nuestro impermeable, el dogma caló fuerte: fuimos muchos los que oímos en alguna ocasión que "la plaza de España, habría que demolerla"...y de tales polvos, hoy nos quedan tales lodos...



Porque lo que se ha hecho "rehabilitando" el edificio de los Bomberos de San Bernardo no tiene nombre. Mucha Sevilla eterna, mucha nostalgia, pero cuando se trata de dejar la firma personal en lo que más habría que cuidar, no hay nada mejor que salga cualquier pamplina a trazar sus rayas horizontales...ya sólo nos queda esperar a ver al Cristo de San Bernardo bajando su puente el miércoles santo que viene, con dos pistolas al cinto, por eso de empatizar...