Hace unas semanas volví a pasear en coche por Sao Paulo.
Iba sentado en el asiento de atrás, mirando desde la ventanilla el paisaje urbano, reflexionando sobre cada fotograma que la ciudad me mostraba, como un niño pequeño a quien su padre conduce hacia direcciones y paisajes desconocidos. Esa es la sensación que tengo cada vez que paseo en coche por Sao Paulo: la del niño pequeño que pasea en coche con su padre por parajes desconocidos. Y es que Sao Paulo nunca deja de sorprenderme, no por lo novedoso, sino por el sobrecogimiento y desasosiego que el paisaje urbano deja en mi interior. Es un sentimiento difícil de explicar con palabras.
A la brutal desestructura urbanística, se suma la extremadamente desagradable suciedad, los grafitis con tintes demoniacos (o al menos, ese es el tinte con el que los veo) desplegados por doquier a lo largo de toda la ciudad, el tono plomizo y gris del ambiente, la sensación de miedo permanente... No contrarrestada en absoluto por los oasis de exclusividad casi inmorales de zonas como Itaim Bibi.
Sao Paulo es un desastre humano.
Y pensando sobre ello, ensimismado en el coche, me venían a la mente fotogramas de la ciudad de Los Ángeles en la era Blade Runner, que se entremezclaban con los fotogramas de la ciudad de Sao Paulo que tenía ante mis ojos, dudando en algunos instantes de cuál era cuál. Me resultaba difícil distinguirlas, aun cuando ante mi no veía ningún vehículo volador, aunque poco faltará para que los inventen y se pueda transitar por Sao Paulo en tiempos asumibles.
Y en esos momentos, como me sucede con las novelas fantásticas de Murakami, no conseguía distinguir la realidad de la ficción, concluyendo que, sin duda, Sao Paulo se dirigía inexorablemente hacia el concepto de ciudad desplegado en la genial Blade Runner, para conseguir, inevitablemente y en presumiblemente poco tiempo, materializarlo en acto.
Y absorto en todo esto, concluí que si nuestras urbes se dirigen hacia lo que era Los Ángeles en Blade Runner, como civilización, la hemos cagado y la seguimos cagando. Como en tantas otras cosas que desde nuestra burbujita de la Fofa Europa no alcanzamos a vislumbrar.
Un gran reto para los políticos de nuestra era. Si es que se espera aún algo de ellos, incluidos los que vienen ahora como gurús con ideas de chichinabo.
Con todos mis respetos.
Miniurgo.
Realmente me costaría imaginar esa ciudad sin la referencia que haces a Blade Runner, Miniurgo. No conozco Sao Paulo ni Brasil, pero sí el caos de México DF o la marabunta de Buenos Aires, que no sé si pueden acercarse al escenario que describes...y realmente, conocer esa realidad de miedo, tanto real como inducido, es lo que nos hace luego a la vuelta valorar muchas cosas que tenemos, que nos son propias y a las que no les prestamos generalmente atención. Lo digo porque de estos relatos de ciudades me resultan especialmente chocantes las escenas de la inseguridad, del temor al asalto, al robo, a la violencia, en las que siempre se coincide. Y aunque algo de lo mismo se pueda encontrar siempre aquí, no dejará de ser una fracción íntima de lo que ocurre por allí, que realmente coarta y condiciona la vida de la gente. Junto a eso, también el hecho de que toda esa violencia forme también parte de ese paisaje cotidiano y la vida, a pesar de todo, siga. Cuánto nos queda por aprender, Miniurgo: tanto de lo que tenemos lejos, como de lo que está a la vuelta de la esquina. Gran post. Un abrazo,
ResponderEliminarSao Paulo es un concepto diferente al DF o a Buenos Aires... Las tres son inseguras, como la totalidad de capitales latinoamericanas, pero Sao Paulo suma la desestructura urbana y caos urbano que no tienen las otras... Es muy diferente.
EliminarLas veces que he ido a Sao Paulo he sentido lo mismo...sobre todo en el trayecto del aeropuerto a zonas más centrales de la ciudad. Esos bloques plomizos sin fin en el horizonte, altísimos, solo que la escala de la panorámica los hace ver más bajos de lo que en realidad son...muy acertada la comparación con BR.
ResponderEliminarAunque también haya islotes de bienestar, raciocinio, avance, es cierto que hay una tensa atmósfera de fricción entre clases...demasiado elevada, mucha exclusividad en barrios, restaurantes, limitando con zonas sin sentido.
A mi (y no la conozco ni mucho menos bien) siempre me ha parecido más interesante que Rio, pero sin duda, más inquietante...una urbe en toda regla, con mucho de lo malo y no sé cuánto de lo bueno.
Abrzo
No he encontrado una sola ciudad en Brasil, y he visitado muchas, que de verdad merezcan la pena como ciudad... Todas tienen algo, pero ese algo siempre es aislado y desconectado del conjunto de la urbe. Es un país sin solución...
EliminarYo no conozco Sao Paulo, pero me quedo con tu frase Miniurgo: "Sao Paulo es un desastre humano". Apasionante para el antropólogo y el sociólogo. Si dicen que de lo que hay en los contenedores de basura de una ciudad se puede hacer su estudio socio económico, del mundo entero se puede hacer lo mismo con este tipo de "ciudades vertedero" (con todos mis respetos para Sao Paulo).
ResponderEliminarQué gran comentario Abuelo... Sao Paulo es sin duda el gran paradigma de ciudad vertedero...
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