Escribí hace tiempo un post sobre la parapsicología del espacio político, referido al pilar en medio de la sala de reuniones del comité nacional del Partido Popular como paradigma del absurdo en el espacio como reflejo de lo institucional. Pero también las ciudades son fuentes inagotables de muestras del mismo género; tanto de quienes promueven cierto tipo de obras en el espacio público, como de quienes las consienten y no sé si financian.
Porque decidme si esto de vallar, incluso con refuerzo antivuelco, el espacio central de esta calle dejando dos pasillos laterales para proteger siete maceteros ahí en medio no es absurdo. Flipo con este surrealismo urbano. Me acaba de superar.
Con todos mis respetos,
Plax
Con todos mis respetos,
Plax
Desde mi desconocimiento del mundo urbanístico, qué finalidad busca esa valla Plax, porque para algo la habrán puesto, no?...o simplemente es así de absurdo y no debo buscarle un sentido a todo?
ResponderEliminarYo me inclino por el absurdo, Marcos, porque ahí no se pueden aparcar motos, así que más allá de proteger las macetas, lo único que me quedaría es que fuese una zona de juego de niños…puestos a nombrar, aceptamos pulpo como animal de compañía…
EliminarUn abrazo!
Estás cosas suelen ser para lo contrario pla, normalmente la mayoría se pone de acuerdo para impedir, prohibir, así que me da, que la finalidad es que no jueguen.
EliminarHorrible!
Sólo la Comunidad de Propietarios de esas viviendas, tienen la explicación. Esto entra casi en el ámbito antropológico y como las colectividades vuelven absurdas a las personas... Estudiar a las Comunidades de Vecinos es estudiar la esencia del ser humano...
ResponderEliminarQuien en lo colectivo (comunidades de vecinos, asambleas tipo la del post de Chipiona y apuesto que las que están por venir de Podemos...) se vuelve absurdo y hasta gilipollas...
Con todos mis respetos...
Como dice D´logsli, todo se trata de que otros no puedan vivir ese espacio.
ResponderEliminarLo más "gore", como diría Farruco, es que las plantas son de plástico...
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