Lugares míticos de la mitología PoNi, vol.12: la Expo

Atravieso una ciudad que poco a poco se despierta, para descubrir uno de los grandes paréntesis de su complacencia. Cruzo el puente de la Barqueta, para visitar temprano aquella ciudad paralela en la que hace ya 21 años los PoNis nos paseábamos casi a diario. Y si la ciudad madre se despereza, la hija duerme aún el sueño de los justos: veo estructuras absurdas, que ni siquiera con el tiempo sabremos para qué existieron. También solares vacíos, muchos, que demuestran que los ciclos urbanos se vuelven más crueles y salvajes en islas olvidadas como esta. Y una imagen tal que así:

Aupado a un extraño puente colgante, contemplo vacía la escena de un lugar en el que los PoNis nos reuníamos cuando éramos más pomelos que nihilistas. Al fondo, un cohete era la referencia donde solíamos quedar. Un pie en el suelo, otro en un pedal, y una gota de sudor en la camiseta se confunde con un escalofrío, cuando recuerdo la emoción al encontrarme días y días en ese lugar con la persona con la que poco tiempo después empezaría a compartir tantos años. Atrás de esos arcos de la izquierda, en un jardín que no me acuerdo cómo se llama, los PoNis acabamos muchas noches tras hacer las compras en el pabellón de Cuba. Siempre con cocacola. En el canal ya no corre el agua, pero la sucesión de los cañaverales se repite como un flujo de vida imparable, estación tras estación y año tras año.

Acababa de comentar con los PoNis en el wasap que no sé por qué demonios cada vez me falla más la memoria. Tal vez por eso, hoy he apreciado tanto recuperar este recuerdo tan temprano.