Volviéndonos moñas

Sí, amigos, nos hemos vuelto moñas sin darnos cuenta. Nos gusta lo obscenamente real, aborrecemos lo sutilmente abstracto, preferimos la inmediatez de una imagen al cuidado en la elaboración de una descripción, donde cada palabra pesa y se pone en relación a las demás. Para qué vamos a elaborar nada, si lo tenemos todo frente a nuestros ojos. Para qué representar, si nos vale sólo con figurar.

Esos son los pensamientos que me asaltan volviendo de comprar de la ferretería de la Gran Plaza, al pasar por los dos murales del estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Considero que por ser no practicante en lo bético, y por haber encontrado en otros placeres de los que disfruto el bromuro contra la calentura del fútbol, puedo lanzar esta reflexión con una mínima objetividad.

Pero no puedo evitar pensar que la sociedad, Sevilla, el Universo, se han vuelto en 30 años más moñas y conservadores que lo que habríamos podido nunca imaginar, al ver en la fachada a Eduardo Dato del estadio, el mural de Ben Yessef para el Centenario del Sevilla, esa pintura de sevillanas maneras con su giraldita, su catedralita, su cornisita del Aljarafe, con sus antenitas parabólicas en las azoteítas, su escudito proyectado en el cielo, como si estuvieran llamando a Batman Del Nido pa tomar una servesita en el Salvador...

...y compararlo con el pedazo de mural que ese genio que es Santiago del Campo hizo para el mundial de 1982, y que el Nervión Plaza no deja ver desde hace años a no ser que atravieses su infame rotonda...

...una obra de arte a pesar de la ocultación deliberada del escudo de mi equipo, el eterno rival, una expresión PoP en la que reconozco un icono generacional PoNi, que me retrotrae a cuando la sociedad, Sevilla y el Universo no eran el dominio de la estética moñas, y en España se educaba a los niños con La Bola de Cristal...

Con todos mis respetos,

Plax