Recuerdo el consejo que me dio mi amiga Minna, cuando fui por vez primera a Nueva York, para subir al Empire State por la tarde, cuando el sol fuera cayendo, y ver cómo avanzaba el crepúsculo y las luces de la ciudad se iluminaban...
Las tres veces que he ido a Nueva York lo he hecho, siempre con personas importantes a las que he podido ver la expresión cambiante, las bocas abiertas, el asombro, la incredulidad.
Hoy, por tercera vez en cuatro años, he vuelto a rendir visita al Bund. A las cinco y media de la tarde, cuando empezaba a anochecer, y hasta las siete he sido testigo del espectáculo de la iluminación de los rascacielos en el distrito de Lui Jia Zui, al otro lado del Hangpu. La boca abierta era otra vez la mía, como el año pasado, acompañado de los miles de personas que acuden al espectáculo de una ciudad que cada noche se celebra a sí misma, sin pudor ni escatimar.
Dicen, y es verdad, que cuando se va a Nueva York por primera vez, se tiene la sensación de haber estado antes, de pertenecer a ese lugar (por cierto, se viene hablando desde hace bastante tiempo de declarar Patrimonio de la Humanidad a la isla de Manhattan, algo habrá...). Hoy, paseando por Nanjing Road hasta llegar a esta visión de noche, he tenido una sensación parecida: repasando cada escena de años anteriores, casi pensé que no había llegado a volverme de acá hace casi diez meses ya. No soy de aquí, pero algo de mí aquí está.
Lo que es el tiempo. Con todos mis respetos por la brutal belleza de esta ciudad,
Abrazos
Plax
P.S.: Estando por estas latitudes, estos posts me los cuelga Bisagra en diferido, y no puedo comentar, más que a través, si acaso, del siguiente post...vuestros comentarios me llegan de todas formas por correo, y leerlos de esta manera completamente furtiva, me alegra todavía más... y gracias Bisagra por hacerme de médium…
Las tres veces que he ido a Nueva York lo he hecho, siempre con personas importantes a las que he podido ver la expresión cambiante, las bocas abiertas, el asombro, la incredulidad.
Hoy, por tercera vez en cuatro años, he vuelto a rendir visita al Bund. A las cinco y media de la tarde, cuando empezaba a anochecer, y hasta las siete he sido testigo del espectáculo de la iluminación de los rascacielos en el distrito de Lui Jia Zui, al otro lado del Hangpu. La boca abierta era otra vez la mía, como el año pasado, acompañado de los miles de personas que acuden al espectáculo de una ciudad que cada noche se celebra a sí misma, sin pudor ni escatimar.
Dicen, y es verdad, que cuando se va a Nueva York por primera vez, se tiene la sensación de haber estado antes, de pertenecer a ese lugar (por cierto, se viene hablando desde hace bastante tiempo de declarar Patrimonio de la Humanidad a la isla de Manhattan, algo habrá...). Hoy, paseando por Nanjing Road hasta llegar a esta visión de noche, he tenido una sensación parecida: repasando cada escena de años anteriores, casi pensé que no había llegado a volverme de acá hace casi diez meses ya. No soy de aquí, pero algo de mí aquí está.
Lo que es el tiempo. Con todos mis respetos por la brutal belleza de esta ciudad,
Abrazos
Plax
P.S.: Estando por estas latitudes, estos posts me los cuelga Bisagra en diferido, y no puedo comentar, más que a través, si acaso, del siguiente post...vuestros comentarios me llegan de todas formas por correo, y leerlos de esta manera completamente furtiva, me alegra todavía más... y gracias Bisagra por hacerme de médium…
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