Voy andando por la calle, camino de una reunión en el centro. Hace calor pero voy abrigado, tengo un principio de resfriado que no quiero que cuaje. Después de mucha lluvia, hace una buena tarde.
Sentados en un portal, un chico y una chica. Dieciséis o diecisiete años. Completamente desinhibidos: el umbral en el que están apenas se levanta 5 centímetros del suelo, parecen casi tirados en la acera. Sólo el resguardo del portal aclara esa impresión.
El chico tiene las piernas estiradas, la gente ha de evitarlas para no tropezar o pisarle. La chica las tiene recogidas, dobladas con las rodillas casi a la altura de la cara. Sus dos cabezas están juntas, muy juntas. Desde lejos se veía que se trataba de una escena romántica, juegos de adolescentes a los que todos nos hemos entregado en algún momento, con la misma indiferencia hacia el mundo que ellos exhiben a esta hora punta de la tarde del viernes.
Al acercarme, no puedo evitar un escalofrío. Veo que la postura recogida y algo tensa de la chica se debe al especial empeño que pone en comerle dulcemente la oreja a su compañero. Al acercarme e imaginarme que me estuvieran haciendo algo semejante, se me pone la carne de gallina.
Al llegar casi a la altura de ellos, no he podido evitar no dejar de mirar. Mientras la chica se afana en la demostración húmeda de amor con la barbilla apuntando al cielo, el chico tiene la mandíbula hundida en su pecho, cabeza gacha que inmediatamente achaco al pasmo que a los cosquillosos nos entra con semejantes estímulos. Empatizo incondicionalmente con él.
Pero es ya al pasar a su lado, cuando ya me asaltaba completamente el reparo por no haber apartado la vista, que me vengo abajo. La escena deja de tener sentido, y con ella, prácticamente, el mundo. Mientras la chica está liberando su tensión amorosa usando el lóbulo de su novio como rehén, compruebo que la mirada hacia abajo del colega no apunta al nirvana, o al infinito de las profundidades de la tierra, sino hacia la pantalla iluminada del iPhone que sostiene entre sus manos. Mueve sus dedos a velocidad de vértigo. Está wasapeando. Flipo.
Whats app. Qué pasa. Eso es lo que me entran ganas de decirle al chico; "con la comida de oreja que te están haciendo, quillo, ¿no tienes otra cosa que hacer mientras tanto que darle al Wasap? ¿Es tan urgente? ¿Acaso se lo estás contando a tus amigos?"
Me entran ganas pero no digo nada. Sólo paso de largo, continúo. Atrás se queda la chica, de la que pienso ya con pena, esperando que el homenajeado ausente al menos no estuviese ciber-pelando la pava con otra al mismo tiempo. Porque ya puestos...
Sigo andando por la calle, camino de mi reunión. Iba abrigado, pero he de quedarme en mangas de camisa porque de repente, tengo frío por dentro. A ver si la tarde me devuelve algo de calor.
Este chico tiene futuro: los pocos que consiguen trabajo tienen que ser fríos, calculadores y multifunción.
ResponderEliminarDesgraciadamente no me sorprende nada...hará un año contemplé a una reunión de chic@s veinteañeros un sábado noche sentados junto a una mesa, que se pasaron sin hablar 2 horas...
ResponderEliminarPero lo mas fuerte lo vi en la televisión, lo q salga en la caja tonta no es ejemplo de nada, pero ahi esta...os pongo en situación, viernes noche, semana de locos...(el trabajo cada vez mas complicado y el niño estuvo malito con fiebre), mi mujer dormida desde las 21:30 y yo medio zombi haciendo zapin me quedo tonto viendo MTV, programa madres jóvenes americanas o algo así, pivon con 20 años y un barrigón de 9 meses, el gañan del novio pa verlo, el típico pijito de aquí pero de Wisconsin...ella, como buena americana flipada, quería tener el niño en el agua y sin epidural, "sentir la maternidad", no quería perderse nada...y llego el dia, esa niña en su jacuzi berreando de dolor, buscando la mirada del pardillo, que se ve lo que tenia ni la mas mínima idea de lo que se le venia encima y el mu animal, ensimismado con el puñetero móvil...y creo que si Plá, que probablemente ambos estaban pelando la pava 2.0 en vez de vivir la vida en ell 1.0....
Espero que fuera bien la reunión!
Abrazos.
Lo que no sabemos es si le estaba escribiendo a ella, que tenía el móvil a buen recaudo en modo silencio ;-)
ResponderEliminarTrabajo no le va a faltar, se ocupa el sólo...lo del tío con el wasap mientras nace su hijo supera ya todo lo concebible....y Bisagra, tu hipótesis es la única que podría salvar la situación!!! ;)
ResponderEliminarLa reunión fue bien, D'logsli, pude recuperarme... :)
Abrazos