Queridos amigos,
Vuelvo a la carga con la cuestión de la Encarnación y diréis que qué pesado, que si no hay otro tema...y entenderé el comentario por la insistencia, pero es que el tema es inacabable...
De entrada, no tengo palabras para lo que ha sido ver junto a Tirano la caravana de camellos andando por la plaza, porque eso creo que hay que verlo en directo...me quedo con la duda de si el show de estos animalitos será cosa de la Navidad, o si se hará ya permanente...el caso es que todo apunta a lo segundo, y que junto a los ponis, contaremos con un auténtico zoo en una plaza pública, cosa que no ocurre en ninguna capital de Europa, y que si nos sitúa en la vanguardia de algo, debe ser en la vanguardia de ir de culo...
Mi preocupación llega cuando todos estos personajes que defienden la estampa de la Sevilla eterna y de siempre (y que son los dirigentes de esto que Miniurgo define acertadamente como "sumatorio de personas, que no ciudad"), dan una licencia para que se instalen unas cuadras en una plaza pública al lado de una fuente barroca como es la de la Encarnación...
No tuvo bastante el amigo Jürgen con la primera ideíta de enlosetar la plaza entera y dejar la fuente a ras del suelo, que parecía un object trouvé surrealista, sino que ahora nuestro Alcalde Zoidote da permiso para que toda la parafernalia de paja, vallas de madera y estiércol de los putos ponis y de los putos camellos se coloque en la misma fuente...lo que a inicios del siglo XVIII fue un elemento urbano como esta fuente, que no solo fue pensada para dignificar el espacio público, sino que fue producto de una renovación de las infraestructuras hidráulicas de la ciudad (la modernización también la intentaron algunos antes que nosotros), queda ahora para sujetar la empalizada de los ponis con una guita...
Creo que no hace falta escribir más. Y me quedo meditando, pensando si realmente el centro de esta ciudad o sumatorio de personas, camellos y ponis se merece tantas reflexiones. A veces me da miedo pensar que, a fuerza de seguir mirando el ombligo de este lugar miserable, nos estemos perdiendo cosas mejores...a partir de ahora, como Miniurgo hizo con el 15-M, intentaré poner distancias con esta penosa realidad que es el lamentable Zoo Híspalis en el que vivo...
Abrazos
Plax
Vuelvo a la carga con la cuestión de la Encarnación y diréis que qué pesado, que si no hay otro tema...y entenderé el comentario por la insistencia, pero es que el tema es inacabable...
De entrada, no tengo palabras para lo que ha sido ver junto a Tirano la caravana de camellos andando por la plaza, porque eso creo que hay que verlo en directo...me quedo con la duda de si el show de estos animalitos será cosa de la Navidad, o si se hará ya permanente...el caso es que todo apunta a lo segundo, y que junto a los ponis, contaremos con un auténtico zoo en una plaza pública, cosa que no ocurre en ninguna capital de Europa, y que si nos sitúa en la vanguardia de algo, debe ser en la vanguardia de ir de culo...
Mi preocupación llega cuando todos estos personajes que defienden la estampa de la Sevilla eterna y de siempre (y que son los dirigentes de esto que Miniurgo define acertadamente como "sumatorio de personas, que no ciudad"), dan una licencia para que se instalen unas cuadras en una plaza pública al lado de una fuente barroca como es la de la Encarnación...
No tuvo bastante el amigo Jürgen con la primera ideíta de enlosetar la plaza entera y dejar la fuente a ras del suelo, que parecía un object trouvé surrealista, sino que ahora nuestro Alcalde Zoidote da permiso para que toda la parafernalia de paja, vallas de madera y estiércol de los putos ponis y de los putos camellos se coloque en la misma fuente...lo que a inicios del siglo XVIII fue un elemento urbano como esta fuente, que no solo fue pensada para dignificar el espacio público, sino que fue producto de una renovación de las infraestructuras hidráulicas de la ciudad (la modernización también la intentaron algunos antes que nosotros), queda ahora para sujetar la empalizada de los ponis con una guita...
Creo que no hace falta escribir más. Y me quedo meditando, pensando si realmente el centro de esta ciudad o sumatorio de personas, camellos y ponis se merece tantas reflexiones. A veces me da miedo pensar que, a fuerza de seguir mirando el ombligo de este lugar miserable, nos estemos perdiendo cosas mejores...a partir de ahora, como Miniurgo hizo con el 15-M, intentaré poner distancias con esta penosa realidad que es el lamentable Zoo Híspalis en el que vivo...
Abrazos
Plax
Ayer tarde aparecí en la calle Imagen callejeando desde San Esteban y la Alfalfa; de repente un gentío inmenso y muchas criaturas con sus bufandas y sus caritas de ilusión cogidos de la mano de sus progenitores. Escapé despavorido del gentío sin ni siquiera interesarme por saber cuál sería el acontecimiento. La espera ha sabido recompensarme y esta mañana me entero sin preguntar de dónde esas pajas.
ResponderEliminarQuerido Plax, reconozco que el sitio es más que discutible, pero mis hijas han aguantado casi una hora de cola sólo para montarse en los camellos (5 €) y los ponis (2,5 €) y venían encantadas (gracias a su abuela, porque yo no las hubiera llevado por rácano).
ResponderEliminarEllas no han entendido que detrás de todo aquello había una fuente barroca, ni a Jürgen, ni a Zoidote, ni al 15 M.
Es posible que el sitio más adecuado sea otro, quien sabe si la cartuja, el palacio de congresos, algún polígono donde no interfiera con la visión espacial que algún artista-arquitecto le haya querido dar, pero en ese caso ten por seguro que no habría cientos (o miles) de niños que hubieran pasado un rato tan agradable como lo hicieron mis hijas.
Que no ocurra como con las vajillas y mantelerías que guardamos de épocas de nuestros bisabuelos, que con tanto querer cuidarlas acabamos comiendo en platos de papel...
Gran post de Plax y gran comentario el de Juanjo.
ResponderEliminarSupongo que Plax se entristece más por la oportunidad perdida en el nuevo espacio público creado que por lo realmente montado allí.
A mí el sitio me gusta como fenómeno antropológico, como observación de cómo el pueblo se apodera del espacio a su manera.
¿Que podrían ser otras? Puede, pero...
Me quito el sombrero ante tan sesuda reflexión.
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