Han sido necesarios dos giros de muñeca para retorcer la piel del fruto y ver cómo empezaban a caer los granos dulces y rojos en el cuenco, cuando mi pensamiento ha volado. He visto a mi abuelo cogiendo las granadas del árbol del patio, a mi abuela preparándolas como postre en las tazas de vidrio marrón, siempre con una cucharada de azúcar encima. He visto la puerta de la cocina que daba al baño, la mesa en el porche, la chimenea del salón que nunca se encendió. He pasado por la habitación interior, donde se dormía siempre caliente, al lado del horno de la panadería vecina. He entrado en el cuarto de mis padres, y me he puesto de pie en el borde de la cama para mirar por el ventanuco al pasillo, al espejo que estaba encima del sillón de la salita. He abierto, procurando no hacer ruido, las dos hojas de la puerta del dormitorio de mis abuelos, y he oído el sonido de unos pies tanteando el suelo a la busca de las babuchas al levantarse. He sentido la inclinación de las camas en la habitación junto a la entrada y he escuchado dentro el sueño de mis hermanos. He descorrido las cortinas y he intentado mirar a través de las lágrimas de cristal de la puerta de la calle, por las que se filtraba la luz del sol. He girado la manilla que siempre se aflojaba, he salido de la casa entre los dos coches blancos aparcados en la acera, he corrido y he vuelto a mi, al ahora, a la cocina. Bajo mis manos quedaban solamente los granos dulces y rojos, separados de los trozos de carcasa amarilla y blanda de la granada que ha sido esta noche mi máquina del tiempo.
Acabo de viajar tb en el tiempo y apenas puedo contener las lágrimas. Gracias Pla. Te quiero.
ResponderEliminarYo a ti, Bisagra. Qué buenos momentos...
EliminarO de cómo un fruto, cualquier excusa es buena como billete de ida a la añorada niñez. Precioso texto, Plax.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Francisco, como dicen, el pasado es un país muy lejano. Con la diferencia de que al visitarlo, lejos de extrañarnos, nos reconfortamos. Un abrazo.
EliminarLa granada haciendo de magdalena...mi abuela nos las servía con zumo de naranja y sólo en ocasiones especiales, porque somos muchos y limpiarlas para tantos daba mucho trabajo. Cada vez que las como me acuerdo de ella y de su cocina, y de las muchas veces que, por despiste, le salió ardiendo... precioso post.
ResponderEliminarGracias Mucia, me alegra que también haya funcionado para ti. Un abrazo fuerte.
EliminarExcelente post, querido Plax.
ResponderEliminarPara mi la granada tambien es fruta de recuerdos. En mi caso, de mi padre. Era el el encargado de prepararlas en casa.
Un abrazo desde los estates,
Un abrazo fuerte, querido anónimo de los Estates.
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