Gravity

Imagino que como mucha gente, siempre he tenido un ideal con esto de los astronautas. Me acuerdo de ver cómo el Challenger se convertía en un fuego artificial en directo desde casa de mi tía Pepi, y estremecerme con esa visión a mis once años, como si fuera ayer. También indignarme cuando oí lo de que Armstrong, Aldrin y Collins había sido un "queo" de Hollywood: ¡mentira cochina! Vibré con la llegada de los rovers a Marte, y de vez en cuando entro en la web siguiendo al Opportunity, como el que le pega un toque a un amigo en el Whatsapp para ver cómo le va: "quillo, qué?"



Por eso, cuando supe hace tiempo que ese genio del cine que es Alfonso Cuarón había hecho una película sobre astronautas, me quedé con la intriga. El trailer prometía, aunque tenía mis más y mis menos con Sandra Bullock, a quien veía mucho últimamente en películas tonteando. Pero quedó ahí una espina que no me he quitado hasta esta noche, y que ha salido de forma angustiosa, agarrando lo que tenía a mano, mordiendo los cojines, echándome hacia delante y atrás, diciéndole cosas a la pantalla, dando saltos, a solas aquí en mi casa, hablándole a ese renovado monumento cinematográfico que a partir de hoy para mi es la Bullock, lejos, en el espacio.

No me hacen falta los premios que pueda recibir Gravity para reconocerla como auténtica y sublime obra de arte. Eso sí, si Cuarón, la Bullock y Clooney desean los Óscars, por mí, que se los lleven todos esta noche. Dios mío, qué películón.

Con todos mis respetos a astronautas, cosmonautas, taikonautas, el programa Apollo, el Pioneer y la carrera espacial en general,

Plax