La canción de la generación de los PoNi

En las películas cursis, en esas que le suele gustar especialmente a las tías, las parejas siempre tienen su canción. Si alguno de vosotros la tiene con su pareja, os pido me perdonéis, pero a mí siempre, con todos mis respetos, me ha parecido una cursilería, digna de película de tía.

Sin embargo, hace unos diez años, en Valencia, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, junto al Farruco, estábamos en mitad de una fiesta de un encuentro de Aventura 92, y empezaron a poner una tras otra las canciones de cada una de las generaciones de aventureros allí encontrados. Estaba intrigado por conocer cuál era mi supuesta canción. Esa que me haría ser un cursi.

Y cuando llegaron a los expedicionarios del año 91, a los de nuestra generación, a la de los nacidos en el 74-75, nuestra canción era...





Y me quedé meditando. Reflexionando. Hasta ese momento no había sido consciente de que tenía una canción. Estaba impactado e inmerso en un proceso de recombinación cerebral.

No podía evaluar si me gustaba o no, si era apropiada o no porque simplemente lo era. Y esa decisión no me correspondía. Porque Simplemente lo era.

Una vez recombinado, no cabía duda de que lo era porque esta canción, durante ese año 91, durante ese año de los 16 años, estuvo en todos los lugares en los que me podía haber ubicado. En el Gente Guapa, en el Picoco, en el Mohama, en el autobús a Chipiona, en la cubierta del Guanahani, en Sensación de Vivir... menos en El Corchea, estuvo en todas partes. Esa canción era parte de mi Contexto, al que había puesto música. Y por tanto era mía.

Señores PoNis, ustedes quizá no se hayan dado cuenta aún, pero esta es también su canción. La canción de la generación PoNi. Y de paso, sean bienvenidos al mundo de los cursi.


Miniurgo.