sábado, 15 de junio de 2013

Pesos y formas

Recuerdo que flipé cuando me enteré de la competición de tiro de piedra que se hace todos los años en Cadaqués. Se colocan boyas desde la orilla mar adentro, marcando las calles por las que han de correr, dando saltos en la superficie del agua, cientos de piedras planas lanzadas por decenas de lanzadores expertos.

Para evaluar, cuentan tanto el mantenimiento de la dirección, el número de rebotes en el agua y la longitud recorrida. Y parece que es algo que requiere de bastante destreza, además de una preparación física específica para poder soltar el brazo como si fuera un latigazo seco y eficaz.

Aquí en el sur de Cádiz no me hacen falta boyas, mi manía de tirar piedras al agua no llega a ser tan profesional. Previamente ando un rato por la orilla, intentando cazar las mejores piezas. Las voy recolectando, en función de sus pesos y formas. Todas en una mano, algunas caen en el proceso de selección para dejar paso a otra algo más plana, un poco menos ligera o de superficie más lisa.

Luego llega el lanzamiento: la superficie mojada que queda en la orilla cuando una ola se retira suele ser ideal. Para poder lanzar así, paralelo a la línea de costa, hace falta que la playa sea poco transitada, o ponerte a una hora y en un sitio en el que sepas que no vas a alcanzar a nadie. Cuando hay más gente, lanzas como en Cadaqués, hacia el interior del mar, aprovechando la lisura de una ola que se se cansa de avanzar.

Paso el tiempo lanzando, hasta que mi hombro poco entrenado se empieza a resentir. Entonces me siento debajo de la sombrilla y miro absorto el agua, oigo el ruido de su movimiento perpetuo, o me pongo a escribir un post como éste, antes de volver a acercarme a la orilla para volver a seleccionar y lanzar.

Pesos y formas en la mano, y una tarde entera que queda por pasar.

6 comentarios:

  1. Algo se ha movido cuando he leido tus últimas entradas. Y es que seguramente también me encuentre en ese momento en el que necesitamos unas vacaciones de nosotros mismos, observarnos tres pasos aparte y ver hacia donde nos estamos dejando llevar. Lo importante es eso, dejarse llevar y no quedarse quieto ni anclado en el pasado.

    Qué mejor sitio para reflexionar que la playa, el mar, ver el sol subir y alzarse, después apreciar como desciende y finalmente contemplar esos maravillosos atardeceres como si fuera una película y estuvieramos en el cine.

    Y después de todo lo que he soltado,te escribo en esta entrada concretamente porque me ha recordado una afición que tengo desde que era pequeña. Cada vez que visito un lugar, hago un viaje o voy a alguna playa nueva, recojo alguna piedra que me recuerde aquello. Quizas vaya siendo hora que vaya un día a la playa, y como tú, coja mis piedras y me despeje lazandolas al mar.
    En la vida, también recogemos piedras con las que tropezamos en el camino, y una vez recogidas si pesan demasiado, dejarlas guardadas en algún lado aparte, o lanzarlas. Sólo sonreir por haberlas encontrado.

    Así que adelante. A soltar peso para dejarnos llevar de nuevo.

    Un saludo,
    Srta Anónima.

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    1. Estimada Srta. Anónima,

      No sé si eres asidua del blog, pero me voy a inclinar de momento a pensar que esta es tu primera manifestación en el universo PoNi. Tanto si es así como si no, bienvenida y gracias por la sinceridad de tu comentario.

      Me alegro de si con estas reflexiones puedo haber producido cualquier movimiento. Lo fundamental es, como dices, que ese movimiento se produzca libre de lastre, y que al dejarse llevar uno mantenga, aunque sea con el rabillo del ojo, la vista atenta hacia el objetivo.

      Espero que todo, las vacaciones de uno mismo, el lanzamiento de piedras y el dejarse llevar te permitan llegar finalmente al lugar que deseas y necesitas. Y ante todo, disfruta del tránsito.

      Suerte y un cordial saludo,

      Plax

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  2. Illo, ¿a ti Utrera te ha dejado tocado, no?
    Un abrazo.

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    1. Tranquilo Abuelo, que sigo estando bien...un besito... ;)

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  3. Estimado Plax.

    Tú no vas a la playa a coger piedras, nunca te has fijado en ellas y tampoco te has tropezado con ninguna, haz memoria. Tú eres de los que las esquivas sin ningún esfuerzo, pasas por la arena sorteándolas sin prestarle ninguna importancia. ¿Ir por la playa agachándote buscando piedras? Perdona, no me lo creo. Te visualizo, en cambio, con toda tu atención puesta en otra cosa más interesante: en las conchas de las almejas. Analizas su perfecta geometría fractal, te maravillas con su nacarada concavidad, tan parecidas y tan diferentes... Te preguntas como la naturaleza ha podido crear algo tan atrayente. De una piedra te puedes desprender fácilmente... pero de una concha es más difícil: una vez que la coges, el recuerdo de su tacto jamás desaparece.

    Perdona que dude si alguna vez buscaste piedras para tirar. En cambio sé que en esa misma playa en la que te encuentras ahora, te has tropezado con alguna que otra concha que te has visto obligado a recoger y a coleccionar. Seguro.

    Coger o soltar lastre; pesar y tirar piedras, catalogar o regalar una colección que ocupa ya demasiado espacio... Seguir la ruta de escape de la prisión de If o llegar a la Isla del Tesoro con el mapa en la mano. Convulsiones antisimétricas.

    La Srta Anónima me ha recordado a Miyaly. Fluir, que no es dejarse llevar. Sin nada encima y con un equipo "minimal", ese chico que está haciendo windsurf delante de la orilla, navega sin resistencia. No se deja llevar por la fuerza que lo impulsa, todo lo contrario: él marca el rumbo y navega en contra del viento cuando le apetece.

    Antes de irte de la playa, me parece amigo Plax, que debes dirigirte al chiringuito, le vas a regalar tu colección de piedras/conchas a la chavala de la barra y le vas a pedir (DE PARTE DEL FARRUCO) tres raciones: la primera de mejillores al vapor, la segunda de conchas finas y la tercera de coquinas... y te pegas un homenaje.

    Un abrazo Plax.

    Farruco.

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    1. Querido Farruco,

      Eres un genio insuperable de la naturaleza...tu comentario es insuperable...

      Descuida que pediré de tu parte esas tres raciones, y me deleitaré en el homenaje con gusto. No hay hada mejor que fluir entre frutti di mare, sean conchas finas, berberechos o ese manjar de dioses que es la cañaílla.

      Cuando quieras, Farruco, quedamos. Y entre "pecho y espalda", que es donde entran las cosas importantes de la vida, desde la comida al amor, pasando por el humor, nos metemos juntos otras tres raciones: una de caracoles, otra de adobo, y otra de eso que nos gusta tanto que son LAS PAPA ALIÑÁ...

      Un abrazo fuerte, Farruco.

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