viernes, 9 de agosto de 2013

Para presumir hay que sufrir... O la Tabla Klinsmann


El pasado martes decidí empezar a correr cada mañana.

Como todo lo que se empieza, al principio cuesta. Cuesta mucho levantarse cada mañana con el cuerpo roto para volver a machacarlo durante cincuenta minutos. Cuesta correr durante todo el tiempo. No consigo correr los cincuenta minutos porque estoy muerto físicamente. Me he descuidado tanto que correr es como una tortura. Y alterno tramos corriendo con tramos andando.

Pero movido por la música de Chemical Brothers te empiezas a mover. Te mueves a su ritmo. Y el dolor pasa. Y cada día ves los avances. Y te motivas para volver a levantarte para correr. Y escuchar las creaciones de los Chemical. Qué putos genios.

Como todo lo que empieza al principio cuesta. Pero cuatro días después también. Pero como dice el refrán: “a quien madruga Dios le ayuda” o “para presumir hay que sufrir”… Espero que Dios me ayude a poder presumir.

Porque todo esto no tiene un fin terapéutico, ni de desarrollo de hábitos saludables. Sólo persigue rebajar barriga. Poder llegar a la Tabla Klismann y poder lucir camisas al estilo Klismann es mi objetivo. Simplemente. Espero conseguirlo. Antes de llegar a los cuarenta y sumirme en una profunda crisis existencial.

Conseguirlo implica además de la tortura de correr, no comer helados, ni grasas, ni nada que engorde… Es decir que queda por delante un verano de estoicismo alimenticio.

En realidad uno no sabe si es mejor el hedonismo barriguero o el estocismo Klismann… Pero es una decisión firme y no hay vuelta atrás. A por la tabla Klismann.

Hay un efecto colateral en todo este ejercicio. Y es que cuando no te desconcentras con las madres pibones corredoras, te pones a pensar en mil cosas y piensas con sensatez y foco (al menos desde mi particular óptica). Igual de vez en cuando comparto algunos de esos pensamientos.



Con todos mis respetos.
Miniurgo.

3 comentarios:

  1. Querido Miniurgo, por si te sirven mis reflexiones:

    A mi no me gustaba correr, nada, me aburre soberanamente y prefiero nadar o la bici, pero al final te das cuenta que correr lo haces en cualquier parte. Hace 3 años empecé en parte por hacer algo de ejercicio.

    Al final la tabla Klinsmann no llega, no bajo de los 100 kilos, porque realmente depende de todo lo otro que tu dices, renunciar a: helados, gin tonics, cervezas, pizzas, pan, pasta y patatas...basicamente, y yo no puedo, siempre me acabo dando a los placeres culpables de la vida ;-(

    sin embargo sigo corriendo y creo que es por lo que engancha a todos los que corren. Aparte de poder pensar y enfocar...correr produce endorfinas, y te hace sentir bien.

    Yo siempre lo hago por la tarde, para apartar problemas y cerrar el día contento.

    Sé constante y verás como correr, más allá de por la tabla Klinsman, te hace más feliz.

    Por cierto, si el objetivo es la tabla, lo mismo te da correr lento que andar rápido, quema lo mismo, lo importante es ir a un 60% del máximo que puedas, porque si no, en vez de quemar grasas, acabarás muerto y con agujetas sin quemar calorías....

    es lo único que he aprendido ;-))

    Nos apuntamos a la Nocturna???? ;-))

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  2. Querido Miniurgo...junto al plan de conquista de la tabla Klinsmann, piensa en su mantenimiento...porque la pseudo-tabla que he conseguido alcanzar tras siete semanas de bici y diez días de fiebres, gastroenteritis y tortícolis, se me ha ido este fin de semana en la playa en un encadenamiento de tres latas Cruzcampo punto glacial bajo la sombrilla...no sólo es conquistar, sino mantener y cultivar...
    ...y si alguien lo tiene, que comparta el secreto, que yo no lo encuentro...
    Un abrazo y ánimo con el deporte.

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  3. Querido Miniurgo: a mí no me merece la pena tanto sufrimiento. Prefiero el "hedonismo barriguero". Coincido con Plax en que lo peor es mantener esa tabla Klinsmann. Yo haría efecto rebote fijo. Para eso me quedo como estoy.
    Abrazos

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