Fue ayer, como previo a la comida con mis antiguos compañeros de trabajo, que mi amigo David y yo nos lanzamos a una carrerita por los cerros de Camas...
Llevo corriendo sólo diez semanas, por lo que para mí hay muchas cosas de este mundo que siguen siendo una novedad. Y a riesgo de decir obviedades para quienes de manera más inteligente que yo, llevan disfrutando de esto toda la vida, no quiero dejar de contar mi impresión como PoNi que se acerca al trote a la cuarentena.
La de correr a campo abierto es una de ellas. No solamente es el hecho de respirar aire más puro, ni que el Sol te dé en la cara, ni que el terreno vaya cambiando la pendiente y ponga un punto más de exigencia sobre los recorridos en llano que hasta ahora había hecho. También la oportunidad de observar el paisaje del área noroeste de nuestra complaciente ciudad era algo que disfrutar.
Atravesar el campo de tiro del ejército en Camas, los cañaverales de un arroyo del que no sé el nombre, lomas coronadas con eucaliptos, desde las que se entiende por qué los tartesos y los romanos fueron gente inteligente a la hora de asentarse. Pasar por debajo de torres de alta tensión, al lado de campos de olivos, cruzándonos de vez en cuando con algún ciclista que levanta la mano en señal de saludo al pasar.
Junto a eso, buena conversación, poniéndonos al día después de un tiempo, lo más importante. Seguramente a una mañana de sábado no le hace falta nada más. Muchas gracias, David. Un abrazo fuerte de tu amigo Plax.
Llevo corriendo sólo diez semanas, por lo que para mí hay muchas cosas de este mundo que siguen siendo una novedad. Y a riesgo de decir obviedades para quienes de manera más inteligente que yo, llevan disfrutando de esto toda la vida, no quiero dejar de contar mi impresión como PoNi que se acerca al trote a la cuarentena.
La de correr a campo abierto es una de ellas. No solamente es el hecho de respirar aire más puro, ni que el Sol te dé en la cara, ni que el terreno vaya cambiando la pendiente y ponga un punto más de exigencia sobre los recorridos en llano que hasta ahora había hecho. También la oportunidad de observar el paisaje del área noroeste de nuestra complaciente ciudad era algo que disfrutar.
Atravesar el campo de tiro del ejército en Camas, los cañaverales de un arroyo del que no sé el nombre, lomas coronadas con eucaliptos, desde las que se entiende por qué los tartesos y los romanos fueron gente inteligente a la hora de asentarse. Pasar por debajo de torres de alta tensión, al lado de campos de olivos, cruzándonos de vez en cuando con algún ciclista que levanta la mano en señal de saludo al pasar.
Junto a eso, buena conversación, poniéndonos al día después de un tiempo, lo más importante. Seguramente a una mañana de sábado no le hace falta nada más. Muchas gracias, David. Un abrazo fuerte de tu amigo Plax.
Qué maravilla...
ResponderEliminarMiniurgo, PoNis trotadores del mundo en general, lo del rural running lo tenemos que practicar...
ResponderEliminarAbrazos
El hecho de tener un campo de tiro en Camas, ya define al ejército español. Vaya cutrez.
ResponderEliminarqué arte tienes, Abuelo...pero tranquilo, que no hay riesgo de que te caigan obuses en Camas...es solo de tiro con Colt y Máuser, inofensivo, nada de cañones ni drones teledirigidos...
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