Queridos amigos, escribo mientras veo un concierto de Radio3 de un grupo gafapasta cualquiera en la 2...y compruebo cómo el atuendo del PoNi vocalista responde a los estereotipos: gafas de pasta Rayban, camisa de manga corta de cuadros, vaqueros pitillo, y el complemento perfecto en los pies de todo PoNi que se precie, que son las Vans...
Todo esto me ha recordado que hace solo una semana moría en Los Angeles James Van Doren, ese visionario que en 1966 empezó a vender zapatillas de deporte que él mismo diseñaba y producía con su hermano en el garaje de su casa...sin saber que la comunidad skater de la ciudad empezaría a valorar la composición especialmente adherente de sus suelas de goma, hasta convertirlas en el requisito indispensable para montarte en una tabla, antes incluso de hacer el primer ollie...
De ahí, de las calles de Los Angeles, las Vans pasaron a los pies de los PoNis del universo, incluso de aquellos, que como yo mismo, del skate sólo conocimos la experiencia de pegarnos dos ostias el único día que pisamos una tabla...
Escribo enlazando con el efecto mariposa que nos ha relatado nuestro Miniurgo desde Brasil, y pensando en la cantidad de cosas que América ha sacado de sus garajes...mientras tanto, he llegado a la cama, y cierro los ojos acordándome de unas Vans marrones y rosa, de alguien que nunca supo que tenía unas Vans hasta que se lo vine a decir yo...de las cosas que me acuerdo antes de dormir.
Disculpas por ser tan críptico en esto último. Es el efecto mariposa, y las cosas que tiene a esta hora de la madrugada...
Míticas Vans... marca fetiche, junto con Le Coq Sportif, Hummel, Asics Tigger, New Balance... o las botas de tacos de la marca Caldecor que me compró mi madre en Deportes Arza de la Avenida Ciudad Jardín... Eso sí que eran marcas fetiches, y no las mariconadas de Dolce y Gabanna que calzan hoy los NiNi...
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