Cuando volar cometas no es suficiente...

Me encuentro cerebralmente pesado.

Necesito unas vacaciones de forma inmediata. Aún me quedan dos días. El fin de semana en Zambujeira no ha hecho más que acelerar el ansia por poner punto y aparte a la primera parte del año. Las playas paradiasiaca del Alentejo, los surfistas, los pibones en piquitos, el papa Guetta y su tecnofiesta... Me han tocado el cerebro definitivamente, para volverlo inmovil.

Esta primera parte del año ha sido la más intensa de mi vida laboral.

No sé si la mejor o la peor, la más constructiva o la más destructiva. Pero sí la más intensa. Demasiados cambios coincidentes en el tiempo, para poder llevarlo en menos de dieciséis horas de media de trabajo.

Y es que llega la noche y ya no puedo más. La estoy aborreciendo. Porque hay que seguir, y seguir, para poder llevarlo todo para adelante.

Me considero un suertudo. Pero está la suerte por encima de la vida?... Reflexión para el verano.

Sin llegar aún a las catacumbas de los deseos y de las reflexiones filosóficas veraniegas, sí sé que necesito unas vacaciones para dedicármelas a mí. A mí, es a mí. A mí, también implica a Afrodita, a Telémaco y a Lucilo. Ellos también soy yo. Aunque todavía no me haya enterado. Ellos lo saben y se frustran cuando ven que no me entero. Cuando sufren esa extraña vivencia de cohabitar con un marido-padre marciano.

Por primera vez en mi vida voy a apagar los datos de la blackberry. Puedo hacerlo. Sé que puedo hacerlo. Voy a hacerlo. No voy a ser peor profesional por ello. Me tengo que demostrar a mí mismo que la vida sigue sin mí. Que no soy tan importante como yo me creo. Y si lo fuera es que sería un líder patético que no habría sido capaz de desarrollar a mi equipo tanto como a mi ego.

No es discutible: ese tiempo es para mí. Para llenarme de vida. Porque me he vaciado. Y vacío no podré dar nada a nadie. Ni a mi mismo. Y dejaré de ser lo que soy. Y paradójicamente empezaré a ser lo que no soy, al menos a los ojos de Afrodita, Telémaco y Lucilo. Lo tengo claro.

Tengo que salir de la trampa laberíntica mental en la que me he metido, de forma voluntaria.

Empieza la cuenta atrás...




Buen verano a todos.
Nos vemos a la vuelta.


Miniurgo.