Nuestro querido Miniyo tituló hace pocos días uno de sus post “Telecoñazo”. No le falta razón si con ello quería definir en lo que se ha convertido el que fue el gran medio de comunicación durante nuestros años PoNis.
Esto es lo que ocurre cuando se le otorga tan sólo a 3 empresas en un país de 40 millones de habitantes el poder de manejar la que hasta hace unos años era una poderosa herramienta de comunicación y de adoctrinamiento mental.
El resultado: todo muy planito, poca competencia, telediarios que se han convertido en recopilatorios de noticias con su poquito de publicidad, poca crítica al poder,....
¿Alguien se imagina que la administración competente en cada territorio dispusiera de la voluntad de otorgar las únicas 8, 10 o 20, da igual, direcciones de Internet que podrían existir en cada provincia o comunidad? Pues eso es lo que ocurre con las licencias del nuevo invento de la TDT. Y a eso le llaman el futuro de la televisión. Pues vaya....
En este panorama televisivo tan deprimente me gustaría salvar un producto, exceptuando, claro está, el fútbol. Pero eso es una retransmisión, no un contenido concebido al efecto. Ese producto son las series.
En nuestros tiempos mozos, algunas que recuerdo, ya dejaron un gran calado, cada una en su estilo. Eran buenos productos, bien realizados, suministrados en ritmos y dosis convenientes, generalmente una por semana (a diferencia del folletín, serial o telenovela, que deben ser seguidas/emitidas en dosis diarias).
Es característica fundamental de una serie que tenga detrás una trama que sobrepasase la individualidad de cada capítulo, por lo que no tenían carácter de serie, tal y como yo las entiendo Mc Gyver, El coche fantástico o El Equipo A, por muy entretenidas que fueran.
Otra característica importante de las series es que la duración de sus capítulos oscile entre los 40 y los 70 minutos. Otro formato también llamado serie, generalmente cómica, tenían capítulos de entre 20 y 25 min, tipo Cheers, Primos lejanos, La hora de Bill Cosby, o la propia Bola de Cristal. Algunas me encantaban, pero no son esos productos a los que quiero rendir homenaje.
Series de esa nuestra época joven que recuerdo con agrado son: Luz de luna (quizás la primera que seguí), Twin Peaks (algo friki), Canción triste de Hill Street, V (ahora la han cagado con el remake). Pero sobre todo había dos que eran mi perdición: Expediente X y Corrupción en Miami. Amábamos a Scally, no a la actriz, a Scally, y queríamos ser Sonny Crockett.
Españolas había pocas, pero yo quiero homenajear a dos que me marcaron bastante. Pepe Carvalho, la de Eusebio Poncela, no la de Puigcorbé. Recuerdo que mi hermano y yo le pedíamos permiso a mi padre para verla porque como el tío era bastante sinvergüenza y putero, salía de vez en cuando alguna teta y algún tete, y eso en nuestra época.... Y qué decir de Brigada Central. Eso era una maravilla: el retrato de la España de Tejero.
Tras un largo paréntesis creativo tanto en EEUU como en España, aprovechado por Emilio Aragón para caerle bien (o muy mal, por falso) a la gente con su Médico de familia, llegó la serie madre de todas las que se hacen actualmente. Algo así como el Barça de Cruyff, un auténtico referente……
(continuará)
Esto es lo que ocurre cuando se le otorga tan sólo a 3 empresas en un país de 40 millones de habitantes el poder de manejar la que hasta hace unos años era una poderosa herramienta de comunicación y de adoctrinamiento mental.
El resultado: todo muy planito, poca competencia, telediarios que se han convertido en recopilatorios de noticias con su poquito de publicidad, poca crítica al poder,....
¿Alguien se imagina que la administración competente en cada territorio dispusiera de la voluntad de otorgar las únicas 8, 10 o 20, da igual, direcciones de Internet que podrían existir en cada provincia o comunidad? Pues eso es lo que ocurre con las licencias del nuevo invento de la TDT. Y a eso le llaman el futuro de la televisión. Pues vaya....
En este panorama televisivo tan deprimente me gustaría salvar un producto, exceptuando, claro está, el fútbol. Pero eso es una retransmisión, no un contenido concebido al efecto. Ese producto son las series.
En nuestros tiempos mozos, algunas que recuerdo, ya dejaron un gran calado, cada una en su estilo. Eran buenos productos, bien realizados, suministrados en ritmos y dosis convenientes, generalmente una por semana (a diferencia del folletín, serial o telenovela, que deben ser seguidas/emitidas en dosis diarias).
Es característica fundamental de una serie que tenga detrás una trama que sobrepasase la individualidad de cada capítulo, por lo que no tenían carácter de serie, tal y como yo las entiendo Mc Gyver, El coche fantástico o El Equipo A, por muy entretenidas que fueran.
Otra característica importante de las series es que la duración de sus capítulos oscile entre los 40 y los 70 minutos. Otro formato también llamado serie, generalmente cómica, tenían capítulos de entre 20 y 25 min, tipo Cheers, Primos lejanos, La hora de Bill Cosby, o la propia Bola de Cristal. Algunas me encantaban, pero no son esos productos a los que quiero rendir homenaje.
Series de esa nuestra época joven que recuerdo con agrado son: Luz de luna (quizás la primera que seguí), Twin Peaks (algo friki), Canción triste de Hill Street, V (ahora la han cagado con el remake). Pero sobre todo había dos que eran mi perdición: Expediente X y Corrupción en Miami. Amábamos a Scally, no a la actriz, a Scally, y queríamos ser Sonny Crockett.
Españolas había pocas, pero yo quiero homenajear a dos que me marcaron bastante. Pepe Carvalho, la de Eusebio Poncela, no la de Puigcorbé. Recuerdo que mi hermano y yo le pedíamos permiso a mi padre para verla porque como el tío era bastante sinvergüenza y putero, salía de vez en cuando alguna teta y algún tete, y eso en nuestra época.... Y qué decir de Brigada Central. Eso era una maravilla: el retrato de la España de Tejero.
Tras un largo paréntesis creativo tanto en EEUU como en España, aprovechado por Emilio Aragón para caerle bien (o muy mal, por falso) a la gente con su Médico de familia, llegó la serie madre de todas las que se hacen actualmente. Algo así como el Barça de Cruyff, un auténtico referente……
(continuará)
Abuelo la has clavado en algunas cosas y disiento en otras.
ResponderEliminarCorrupción en Miami fue un revulsivo infantil sin precedentes. Creo que el gobierno de Felipe planeó esa convergencia de ondas en nuestras mentes adrede; la Bola de Cristal por un lado, y Corrupción en Miami por otro...con los consiguientes efectos que todos conocemos y la creación del PoNismo. Expediente X tambián, fue la primera en activar el sentido de lo fantástico, y puede considerarse germen de muchas otras: Héroes, Lost, Flashforward...la ciencia ficción y la filosofía enlatada, aplicadas al formato del los 40 minutos, han demostrado ser invencibles.
Pero no puedo estar contigo de acuerdo en la selección de series españolas que has traído. Por definición, las series nacionales son un mojón.
Sólo logró atraerme durante un lapso de tiempo esta de Resines con Belén Rueda, pero cuando ésta dejó la serie se vino abajo, sólo mantenida por la planta estoico-depresiva de Resines, pero el final que tuvo fue un auténtico mojón también.
...y continúa el continuará, coño, que nos has dejado en un brete...
Plax: las series españolas son un mojón. Pero Brigada Central, Pepe Carvalho y alguna otra constituyen una excepción. Es mi opinión, al menos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hombre Abuelo, es por exagerar. Pero la verdad es que esas dos no las he visto, pero el rollo El Imternado, Amar en tiempos revueltos, la del médico este que está en Galicia...
ResponderEliminarLa nueva V a mí no me parece tan mala.
Pero, cuándo la 2a parte del post??
Esas series españolas me llevan mentalmente a televisores Thompson de botones (sin mando)...
ResponderEliminarA mi personalmente, las únicas dos series españolas que me han entretenido han sido: Cuenta Atrás, y Los Hombres de Paco.
El resto las veo como inductores sustitutivos a la canela o al guaraná del crecimiento de la población.
Paciencia, Plax y Miniyo. La segunda parte del post está en desarrollo. Hay que seleccionar bien las series a las que quiero rendir pleitesía, y escoger con delicadeza las palabras que las definen.
ResponderEliminarMiniyo, no lo dudes. Cuenta atrás estará entre ellas. Pero es que la primera parte se queda en el final de los 90'. Todo llegará.....
Abuelo me has sorprendido. He mirado atrás en mi infancia y he descubierto y seguro que algunos compartirán conmigo lo que voy a decir:
ResponderEliminar"En los años 80 nosotros veíamos poco la tele, porque de lunes a jueves estábamos inmerso en el cole, clases particulares,los estudios (salvo en la Cruz de Mayo, que el abuelo siempre la liaba). El viernes nos quedábamos jugando por la tarde al fútbol o baloncesto, y por la noche al Ferrari, la Canasta, Fiesta en casa de Repetto, o algo parecido".
La única tele que veíamos era en verano, y tampoco mucha, porque entre barbacoas, fiestas del pijama, estancias en el extranjero, esconderse por pegarle a los leperos, o por deberle dinero al Caldero,... no nos quedaba mucho tiempo.
Ahora si tengo que comentar qué me gustaba a mi, diré como la mayoría que las series españolas eran un mojón. Veíamos V para pajearnos con Jane Badler (Diana) [algunos tenían el mínimo de 3 al día], porque ni nos gustaba la serie ni ná, veíamos Sensación de Vivir para volver a pensar en guarrerías y preguntarnos porque las tías de nuestro cole no estaban así de buenas, y por supuesto el culmen del golfeo era los Vigilantes de la Playa, y para descojonarte el Principe de Bel- Air, Padres Forzosos o incluso Salvados por la Campana (en verano y por la mañana). Ya en la playa sí que veíamos el Equipo A o el Coche Fantástatico, pero porque nuestros padres o primos pequeños nos obligaban. De todas estas series no he encontrado ninguna española, y creo que la mejor sin duda es El principe de Bel-Air.