Fueron solamente seis horas en la ciudad, pero la escala en Beijing fue el momento de relax más gozoso del viaje.
Como era de esperar, el calor fue asfixiante, y el ambiente irrespirable. A través de la bruma y la nube de contaminación que cubre la ciudad, el Sol se veía como un disco dorado, al que se podía mirar cara a cara sin pestañear.
Visitar en bici el lago y los hutongs, ir al mercado, comer pinchos y dumplings exquisitos fueron los regalos que nos hizo nuestra amiga Eva, que junto a Margarita, nos acompañaron por la ciudad en la que han estado los últimos dos años.
Parece mentira que hayan pasado solo 24 horas. Pero aunque fue breve, no tuvo desperdicio. Buena manera de cerrar un viaje intenso y agradable.
Gracias Eva, buena suerte Margarita, un placer, Paco.
Abrazos
Plax
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