martes, 27 de noviembre de 2012

Ne m'empale pas

Desde que vivo en Nervión, hago tres días en semana el recorrido casi completo del vía crucis que va desde la Cruz del Campo hasta la Casa de Pilatos a lo largo de la calle Luis Montoto. Voy andando a mis clases, con los auriculares puestos, escuchando normalmente la radio en francés como calentamiento a la ida y como recordatorio a la vuelta.

No sé cuántas estaciones atravieso del vía crucis, pero sí he de deciros que hay una especialmente dolorosa, que es el encuentro con los caños de Carmona. Olvidados durante décadas, apuntalados de forma indigna durante años de la manera que a lo mejor sólo en Italia saben hacer, de repente resulta que hay que ponerlos en valor, y alguien del Ayuntamiento da vía verde hace un par de años a su intervención.


¿Qué decir de lo que se ha hecho? Una persona que sabe mucho de patrimonio hizo una vez una comparación en una conferencia de la que guardo buen recuerdo. Vino a decir que, reducido a su motivación básica, valorar el patrimonio es un acto de afecto, de atención, un puro acto de amor.

Pues bien: aquí alguien ha confundido lo que sería dar un beso, o un abrazo, con una gratuita exhibición de sadismo. Y eso con el patrimonio no se hace. Cada vez que paso con los auriculares escuchando francés y veo los caños de Carmona así, trufados de acero Corten, un cortocircuito empático con Jacques Brel me arranca una lágrima y me hace repetir en voz baja: Ne m'empale pas...ne m'empale pas...

2 comentarios:

  1. No me extraña nada que te provoque hasta náuseas; en esta ciudad se sabe algo de patrimonio, pero también mucho de abandono y derribo.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo, Francisco. Resulta cuando menos curioso que habiendo tan buenos profesionales, tan reconocidas instituciones y tan buenos ejemplos de sensibilidad, sigamos teniendo que ver de vez en cuando tanto discurso absurdo...no es sólo el abandono, sino también la intervención inconsciente.

    ResponderEliminar