sábado, 29 de junio de 2013

Dedicado a mi hermano Gonzalo



Hace un par de años me fui con mi hermano Gonzalo, a una de esas cosas que cobran sentido e intensidad cuando se hacen entre hermanos, ya sean de sangre -como este caso- o de espíritu.

Nos propusimos dar la vuelta a la Alpujarra en bici de montaña: la mítica ruta “Sulayr”. Nuestras alforjas al mínimo pero con el equipo necesario para sortear cualquier imprevisto. Iríamos bordeando la cara sur de Sierra Nevada manteniéndonos sin grandes cambios de cota, por pistas y cortafuegos hasta Trevélez, desde allí cruzar el valle y recorrer la falda norte de la Contraviesa, hasta el punto de partida, Lanjarón.

El episodio que ha resonado últimamente en mi interior, adornado por la pátina del tiempo, ocurrió justamente en esa aventura:

Ese día llevábamos más de cuatro horas en bici y estábamos en ese punto en el que nos imaginábamos ver, por fin, entre bruma, riscos y divisorias montañosas…, la silueta de Capileira. Subíamos ligeramente en pendiente. Esta sí  -decíamos- cuando pasemos esa curva tiene que verse ya el pueblo… Él, unos metros por detrás de mí, la sombra de un viejo tronco en su cara y yo a punto de tomar la curva: Farruco ¿no escuchas el sonido del agua? En mitad del recodo no podía oír nada, pero unos metros más abajo y después de una pronunciada cuesta abajo ALLÍ ESTABA.

Pero no era el pueblo, ni tampoco había rastro de su inminente proximidad como postes, cables de luz, etc. Nos encontramos con otro tipo de visión. El deshielo acelerado de las últimas semanas había formado un poderoso arroyo que había arrasado parte de la montaña creando un profundo surco que cruzaba la pista por la que íbamos y se desparramaba hacia abajo por la cuenca de la vaguada. Una mirada más atenta revelaba que debió pasar no hace mucho. El agua helada descomponía en terrones la pared vertical, movía las piedras sueltas del suelo y arrastraba algunos troncos y ramas sueltas. Un par de árboles estaban a punto de ser vencidos, con medio cuerpo de raíces volando. Espuma, crujidos y sonido de piedras chocando.

Cuatro horas y pico en bici subiendo…, el pueblo ahí en la vuelta de la esquina… ¿Hemos venido aquí para eso no? Este arroyo no nos va a parar. Esto es lo que queríamos ¿verdad? Sin pensarlo mucho y con el “farruquismo” que nos caracteriza… no hay otra: HAY QUE CRUZARLO.

Todavía no habíamos comprendido que hay cosas que no se pueden vencer. Si ese no es tu camino, el camino no te dejará avanzar. Moldeará y curvará el espacio-tiempo a su antojo. Viajará al pasado el tiempo necesario para poner allí la semilla de un nuevo obstáculo que ocurrirá de imprevisto delante de ti, justo en ese momento. Y te hará creer, sutilmente, que los acontecimientos ocurren uno detrás de otro de forma lineal o, en todo caso, por pura casualidad.

Planificamos como íbamos a hacerlo, el lugar menos profundo y con menos empuje, las piedras menos resbaladizas. Esa bajada es imposible, pero ¿y si desenganchamos las alforjas y nos agarramos a las raíces…? Ah… y cuerdas por si la corriente nos arrastra… y luego ¿cómo subir esa pared vertical de arcilla? Ya veremos, seguro que se nos ocurre algo. Mira, por allí parece que pierde verticalidad y se forman varias bancadas… Venga Gonzalo¡¡¡ Never sourrender¡¡¡

Alforjas al suelo, músculos en tensión, empieza la operación… Demasiado peso para un solo brazo pero no puedo dejar caer la bici encima de mi hermano, así que aprieto con más fuerza. Pequeño tirón en el hombro, la adrenalina empieza a subir y el tiempo a detenerse. Se rasga la camiseta y adviertes un corte en el brazo que no te has dado cuenta porque no sientes casi nada… solo leves pinchazos. Tu mente está tan atenta a todo movimiento que te rodea, que no hay lugar para ninguna lamentación. Buscas un lugar seguro para apoyar el pie entre rocas que se mueven. El cambio de visión una vez abajo, en el surco, pone de manifiesto otra perspectiva del peligro: ese tronco gordo de pino, con sus ramas cortadas y afiladas es una trampa mortal… y parece que se va a soltar de un momento a otro. Piensas en el agua y justo en ese momento, te das cuenta del sonido ensordecedor de ese caudal, entre espirales en la corriente y remolinos de nubes de gotas pulverizadas. ¿Y si mi hermano me estuviese llamando…? yo no podría escucharle. Efectivamente, miro hacia arriba y ahí estaba él gesticulando como en una película de cine mudo. 

No me he dado cuenta que tengo ya un pie en el agua congelada. Esas vibraciones que siento en el pie ¿no serán rocas chocando contra mi tobillo? No quiero mirar, tengo que estar atento a la trayectoria de caída de la alforja. En medio de esa hondonada, un simple matorral de zarza me pone ahora en jaque, ya he sentido varias veces sus afiladas agujas y debo cambiar de posición porque al final sé que me ganará.

Bicicleta arriba, pero el agua empuja con mucha fuerza. Golpes, sacudidas, el brazo negro por la grasa de la cadena, los dientes del plato grande han atravesado la capa de nylon haciendo estragos en mi cadera… Todo es afilado, puntiagudo, hiriente. Todo se clava en todas partes. En este escenario todo lo que te roza te hace una herida. Pero sientes también que una fuerza sobrehumana te está empujando, vas con absoluta certeza. Tu mente está atenta únicamente a cada uno de los obstáculos que se le presentan. Las cosas del día a día quedaron atrás. Estás fuera del tiempo, todo lo anterior pasó en otra vida. 

Y ¿cómo subir? tendones llevados al límite, manos raspadas…, ahora es cuestión de tiempo y técnica. Aparece el agotamiento por fatiga, los músculos simplemente no te responden y los errores son más frecuentes. Mi hermano, que es mucho más fuerte, toma el control de la operación, levantando en pulso el material desde lo alto. El sol arriba nos castiga fuertemente, han pasado ya varias horas… Estamos a pie de pista, con los bártulos y las bicis tiradas en el suelo. Nos miramos: empapados, el cuerpo destrozado y la ropa hecha jirones. Hemos vencido nosotros. Prueba superada.
Es tanta la emoción que sentimos que no pensamos en descansar. Venga, nos daremos un homenaje en Capileira que está ahí ya… Con una satisfacción increíble dentro de nosotros, empezamos a pedalear, llevando ese cansancio y esas heridas como prueba de nuestro triunfo… 

Pero, como decía anteriormente: “Si ese no es tu camino, el camino no te dejará avanzar. Moldeará y curvará el espacio-tiempo a su antojo. Viajará al pasado el tiempo necesario para poner allí la semilla de un nuevo obstáculo…”

Y así fue… giramos el siguiente recodo de la silueta de la montaña y allí estaba el pueblo, blanco y majestuoso delante de nosotros, con cubos de casitas blancas que se desparramaban por la ladera oeste. Por fin, ya vamos a llegar. Bien¡¡ casi lo podemos tocar con la mano. Nos espera el reposo, el bienestar, la acogida, la ducha, la comida, la botellita de vino, el recrearnos contándonos las experiencias del día, las sonrisas de complicidad… la satisfacción. 

Pero no, no puede ser. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo, una sospecha, una intuición… una premonición. Ostras no¡¡¡ Veo la misma escena repetida simétricamente pero cada uno ocupando la posición ya vivida por el otro: ¿No escuchas el agua? me veo diciendo a mi hermano con una voz que casi no era mía. La misma sombra en mi cara, la misma curva… Espera, esto no puede ser… 

Y delante de nosotros -por arte de magia- se manifestó aquello que ahora ya sé que tenía que manifestarse. Un poderoso arroyo cruzaba la pista, dos veces más monstruoso que el anterior. Una cascada de agua totalmente infranqueable, con una violencia increíble. Petrificados, nos dimos cuenta de la gravedad del asunto. El pueblo nos miraba serenamente desde el otro lado.

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Parece que la historia es hasta aquí, que ya tiene por sí misma su sentido. Una fábula terrorífica para niños de los hermanos Grimm o algo así. Un sueño de esos que vas a coger el tesoro y justo delante de tus propias narices el tesoro se desvanece y te despiertas. Y quieres creerte que todo es una gran broma, incluso te lamentas de porqué te pasan a ti continuamente estas cosas. Pero estaba con mi hermano, ese gran genio, esa fuerza de la naturaleza, ese filósofo… 

Entre el espanto, la rabia y el cansancio, rebrota de nuevo mi impulso vital y me acerco a la cascada. Como un perro de presa me pongo en guardia y empiezo a rastrear los puntos débiles del enemigo que tengo delante de mí. Vale, por aquí no… pero un poco más abajo… esto nos llevará horas… Otra opción sería si nos saltamos las vallas y con la bicicleta al hombro trepamos… Nervioso, perdida toda objetividad, me acerco al precipicio, miro, me doy la vuelta… Tenso, cabreado, muy cansado, herido, con todo mi ser hacia el interior,… sin ver y sin oír nada no podía escuchar la voz de mi hermano desde atrás. No, no me puedo rendir. Ese pueblo me está mirando y yo voy a llegar hasta allí sea como sea. Y si no… ¿Qué sentido tiene que me esté mirando?¿Se está riendo de mi?

Entonces siento la mano firme en mi hombro. Su voz tranquila. Me doy la vuelta, su mirada serena rebuscando algo, quizá que me quedara en silencio total para poderme decir lo que tenía que decirme.
Farruco, escúchame, mírame. Vamos a hacer lo siguiente, que se nos hace tarde y tenemos que llegar al pueblo antes de que anochezca -no había ninguna duda ni preocupación en su mirada- Nos vamos a dar la vuelta porque esta cascada, aunque queramos, no la podemos pasar. Tenemos que volver a vadear el río de antes, volver por nuestros propios pasos bajando y buscar un sendero hasta la carretera nacional que llega al pueblo y desde ahí subir. Pero como estamos cansados y no hemos comido nada, lo mejor es que hagamos una parada para recuperar fuerzas. 

Más que con la voz, creo que me lo dijo por telepatía o directamente por el tacto. ¿Qué ocurrió a continuación? Desapareció toda mi preocupación, toda mi tensión, todo mi bloqueo. Acepté la mejor verdad posible. Su verdad fue más fuerte que la mía porque no tenía ninguna vibración de desesperación, de miedo, ni de angustia. Es decir, tenía pureza.

Si no hubiera estado su presencia allí, me hubiera quedado obcecado, bloqueado (como tantas veces me he quedado en la vida y puede que últimamente me encuentre). No me hubiera rendido A LO QUE ES y estaría aún hoy allí, mirando al pueblo pero sin poder superar la cascada. Cada vez con más heridas, cada vez más debilitado, cada vez más ciego y más molesto con mi realidad… Mi mundo se hubiera quedado allí, reducido a eso. 

Y una vez más, mi hermano, ese espíritu poderoso y sereno que me han puesto al lado, me llevó hasta ese lugar sin salida, para mostrarme la forma de escapar. Al igual que hizo el fantasma de Virgilio con Dante por el infierno, o el abate Faria con Montecristo. ¡¡Gonzalo!! ojalá hubieses sido tú mi hermano mayor, para haberte tenido desde pequeño como referencia.

Esa tarde, llegamos tranquilamente a Capileira llenos de emoción. Nada más retroceder unos kilómetros encontramos rápidamente un camino que resultó ser muy interesante. Todo se nos olvidó mientras apuramos los frenos en un descenso muy técnico rodeados de un paisaje espectacular. El pueblo, que unas horas antes parecía reírse de nosotros, nos recibió con los brazos abiertos, estaba deseando que llegáramos para darnos lo mejor de él mismo. Nos quedaban tres días más de travesía.

Por que sigamos viviendo estas cosas. 
Un abrazo.

Farruco.



lunes, 24 de junio de 2013

Alosno, 24 de Junio

Fue hace un par de semanas cuando lo pensé por vez primera, y anoche cuando finalmente me decidí: esta mañana me he levantado a las seis y he salido rumbo a Alosno.

En el camino, me he acordado del tiempo que llevaba sin ir; fue en un San Juan de hace siete años. Desde entonces, han construido una variante que evita el paso por San Bartolomé, donde mi padre solía parar a comprar hornazo cuando íbamos y cuando volvíamos del pueblo. En ese tiempo, también mi tía había hecho una reforma en la antigua casa de mi abuela, que no conocía. He visto la antigua casa de mis abuelos, en la calle de la Iglesia, y se distinguían sus rasgos debajo de nuevos ladrillos y pintura. He visto viejos amigos, algunos de ellos muy cambiados, y no he podido ir a visitar a la hermana de mi abuela; la pobre no me habría reconocido.

Ya estaba sobre aviso de que los cohetes no harían el ruido ensordecedor de toda la vida: mi tía me ha contado que desde hace tiempo, los colocan en un sitio apartado, para evitar que ocurran desgracias como la de aquel año que reventaron los cristales de la puerta de casa. Pero aun así, aunque todo había cambiado, no he podido evitar las lágrimas al escuchar la folía, y acordarme de todos, los que no estaban hoy allí, y los que hace tiempo que no están con nosotros.


Menos mal que he ido. Porque aunque todo había cambiado, allí he vuelto a encontrarme conmigo mismo.

domingo, 23 de junio de 2013

Garabato Pop dedicado al Farruco: Black and Becquer, o el poeta percutor

Con cariño, dedicado a ese fenómeno universal de persona que es el Farruco, por los buenos momentos y las grandes risas.



Un abrazo.

Locked out of Heaven

Diréis que estoy inventando la pólvora, y tal vez sea así después de 165.346.430 visitas en Youtube. Pero esta mañana, yendo al Polvillo a comprar el mollete del desayuno con los auriculares puestos, os juro que he vibrado con esta canción como hace tiempo que no lo había hecho...sensible que está uno...y los chutes de optimismo, cuando llegan sin avisar al ir a por el pan, tienen un sabor dulce y concentrado...


Que la disfrutéis, amigos. Feliz domingo.

sábado, 22 de junio de 2013

El mapa y el territorio

Realmente, puedo comprender por qué a los franceses no les cae bien Houellebecq. Es seco, vehemente, áspero, amargo. No le da rodeos a las cosas y suele golpear en sitios donde duele. Ahora bien, creo que por encima de lo complejo de su dimensión personal y pública, es una mente lúcida. Y la lucidez es una cualidad escasa que debemos cultivar, especialmente en estos raros tiempos que corren.

El primer contacto que tuve con Houellebecq fue hace ya más de diez años, durante la temporada que estuve en Alemania. Entonces me entretuve con su Ampliación del campo de batalla por recomendación de Babelia, de quienes regularmente me he fiado, y su lectura fue profundamente chocante. Porque aunque me había entrenado, por así decirlo, con la crudeza de un Pedro Juan Gutiérrez, o con la perturbadora percepción de la realidad de Leopoldo María Panero, no había encontrado aún quien me trasladara esa amargura al verdadero mundo de plástico en que vivimos, y que nuestro querido Miniurgo viene caracterizando desde hace tiempo como la fofa Europa.


El mapa y el territorio muestra a nuestra fofa Europa vista a través de un PoNi francés con talento, nacido no casualmente el mismo año que nosotros, de nombre Jed Martin. No dándole trascendencia a lo que hace, Jed se encuentra en el sitio preciso y el momento preciso para verse encumbrado en la escena internacional del arte con cuadros surrealistas, del tipo de los Garabatos Pop con que nos obsequia regularmente Miniurgo, de títulos como "El ingeniero Ferdinand Piëch visitando los talleres de producción de Molsheim", "Damien Hirst y Jeff Koons se reparten el mercado del arte", o "Bill Gates y Steve Jobs hablando del futuro de la informática (la conversación de Palo Alto)".

El éxito es razón de más para que Jed ratifique su nihilismo, que suele ser directamente proporcional a lo que cualquiera que no es PoNi identificaría como bienestar. A Jed no le importan los personajes que se le cruzan, pero tampoco se entretiene en utilizarlos. Se entrega a ellos directamente, de forma intensa, y con languidez, pasado el tiempo, se separa. Da igual que sea Olga, su pedazo de pibón rusa, que sea el mismísimo Carlos Slim, o el propio Houellebecq, que toma forma en el relato para repartir a diestro y siniestro junto a un universo de personajes en el que se confunde la realidad con lo imaginado, en coherencia con el título del libro.

Pienso que, queramos o no, esa manera pomela y nihilista de mirar el mundo no es patrimonio de unos cuantos, sino que es un estado de las cosas en el que hemos de fluir, medio en el que estamos inundados y en el que tal vez los PoNis no mostremos más que una manera particular de mimetizarnos. Por eso me acerco a la empatía que Houellebecq me ofrece por encima de su estilo descarnado: la que muestra cuando habla de las funciones chungas que toda cámara de fotos debería incorporar entre sus programas automáticos, cuando analiza el territorio a partir de la observación de un mostrador de gasolinera, o cuando habla del carácter de las personas y el tiempo a través de la voz y la expresión de los ojos.

Hacía tiempo que no me reía con un libro. Por eso, Michel Houellebecq, gracias por esta obra de arte. Buen manual de instrucciones para seguir fluyendo.

Día dos

Queridos amigos,

Hace un año escribí un post, Día uno, que daba inicio a una nueva etapa. Tuve en aquel momento la grata constancia de vuestro apoyo, de vuestro ánimo, de un aprecio que no por llegar a través de este canal frío de ceros y unos de Internet, dejó de ser acogedor y cálido. Por eso os sigo estando agradecido.

Ha pasado un año, y este es el día dos. En esta noche de insomnio, hago recuento.

Las decisiones concretas que tomo las guardo para mi fuero interno, pero arrancan de la necesidad de indignarse de vez en cuando un poquito con lo que te rodea: hay límites para la mansedumbre, docilidad y talante con los que siempre he procurado acompañar todo aquello que hago, especialmente porque veo que no me dan ningún resultado. Por eso, desde aquí aviso y pido disculpas anticipadas a quienes hayan encontrado en mí un amortiguador empático, gestos de conciliación o el típico "no importa" sonriente, y se sorprendan cuando ya no encuentren más de lo mismo. De eso, lo sentimos, el pescado está vendido.


A partir de hoy, día dos, todo eso que no me ha servido para nada a lo largo del último año, la mansedumbre, la docilidad y el talante, pasan al altillo de mi experiencia porque sé que no lo necesito. Sigo siendo leal, tengo una guía recta que me enseñaron desde pequeño y cumplo mis compromisos. Pero a partir de hoy, las condiciones han cambiado.

Desde aquí, noche de insomnio de este día dos, os lo digo. Para que cuando lleguen cantos de sirena, y esto que he escrito no quede en una rabieta, me amarréis al poste de este blog que compartimos. Y una vez atado, me recordéis, haciéndome mirar este post aunque sea a la fuerza, el nuevo compromiso que tengo conmigo: de gratis, por respeto a uno mismo, no se puede trabajar.

Sigo contando con vosotros.

Abrazos

Plax

viernes, 21 de junio de 2013

Cuando el tiempo se para

Cuando el tiempo se para

Hay veces en que el tiempo se detiene, menos de las que queremos para bien y a menudo para mal.

Hace exactamente 20 días que diste muestras de querer venir al mundo y todo se aceleró esperando capturar el instante de felicidad que nos produjiste.

Y entonces, el tiempo se paró. La primera prueba que la vida nos ha puesto juntos por delante para superar, acaso antes de lo esperado. Veinte interminables días que parecían no acabar nunca llenos de incertidumbre, duda, desaliento, nervios. Momentos en los que tuvimos que sacar fé, fuerza, coraje y esperanza de donde creíamos que no había.

Tu fuerza, la de tus padres, tu familia, tus amigos, han permitido que ahora estés aquí y que este manifiesto, ideado hace 20 días o más, pueda por fin escribirse...como tu hoy estás viendo la luz de tu hogar y el cariño de tus padres juntos contigo por primera vez, tu primera noche en familia.

Por fin te puedo poner tu canción. La que tanto hacía sonar desde que aún tenías pocos dias de vida, en las entrañas de tu madre, con ese altavoz rosa que te compramos con ilusión directamente apuntando a esa penumbra de líquido y tranquilidad en la que crecías, en la que te ibas convirtiendo de sueño a realidad.

Esa canción que permanentemente me ha traido tu imagen estos meses y con la que tanto pataleabas, la que te he tarareado, susurrado, durante veinte días de superación que el destino nos ha puesto por delante, para recuperarte, para arroparte, para recordarte de donde venías y quienes estaban detrás tuya, empujando para que todo volviera a la normalidad.

Ahora por fin la escuchas, seguida y entonada por todos los que durante este duro viaje han deseado con sus pensamientos conocerte, que seas feliz y pases a ser parte de una bonita familia.

Porque de ahora en adelante, tu eres el centro del universo, la luz y el color, el arco-iris sobre el horizonte y la magia de nuestro mundo y no habrá prueba por delante que no seamos capaces de superar por ti.



Corre, Sarah Connor

Queridos amigos,

Me da un poco de palo después de haber escrito el obituario de James Gandolfini, pero el arte es como el amor, que cuando llega, no lo puedes dejar escapar, ni de compartir...la novedad musical del verano me llega a través del Facebook de nuestro Niño Jesús de Viena...en directo desde Madrid, con firma de Ojete Calor, el proyecto musical de ese monstruo que se llama Carlos "Ojete" Areces, y su colega Aníbal "Calor" Gómez...



Con cariño especial a nuestro Miniurgo, la que será la banda sonora del futuro post-nuclear...me duermo pensando en el estribillo...y en la cara de Carlos Areces haciendo el grito gutural de los coros entre riffs de guitarras atmosféricas...hasta mañana y feliz viernes, amigos...

jueves, 20 de junio de 2013

James Gandolfini, descanse en paz

Mis amigos ya han caracterizado como "dale al play" a una etapa de mi vida en la que fui seguidor de muchas series. A fuerza de darle al play, tuve la suerte de encontrarme con monumentos de series, obras de arte que competían entre sí: Breaking Bad, Mad Men, Carnivale, Misfits...y aunque todas eran insuperables a su manera, el verdadero monumento audiovisual televisivo de todos los tiempos comenzaba así...



Respondiendo a este estímulo sonoro casi como un perro de Pavlov, mi cerebro se bloqueaba para introducirse durante los 45 minutos que seguían a esta canción en el universo de situaciones brutales, surrealistas y humorísticas que se apoyaba, y de qué manera, en el personaje inclasificable de Tony Soprano...

...y es que mantener el nivel y el ritmo a lo largo de seis temporadas es algo que sólo pueden hacer los grandes. Grandes como el creador de la serie, David Chase, e inmenso como el actor que daba vida a Tony, el hoy llorado James Gandolfini. 

Sólo puedo reproducir como homenaje una estrofa de la canción: "...you woke up this morning / the world turned upside down / things ain't been the same / since the blues walked into town...", y despedir este humilde recuerdo con la instantánea que forma ya parte de la historia universal de la televisión...



Monstruo entre los Monstruos, James Gandolfini, descansa en paz. Gracias por hacerme disfrutar tanto dándole al play...

sábado, 15 de junio de 2013

El Mundo, los tontos, los genios del Marketing y el IPad

Llevo meses preguntándome para qué demonios sirve un IPad.

Esta pregunta podría ramificarse hasta casi el infinito, a través de preguntas con respuestas aún más metafísicas como para qué demonios lo quiere mi suegra de 70 años, o mi hijo de 4 años, o si de viaje ya llevas un ultra book para qué demonios necesitas un IPad también, o si prácticamente todas las aplicaciones laborales son del entorno Windows para qué lo usan los trabajadores en sus viajes (si videos, música o libros se pueden ver en cualquier portátil)...

Hoy he intentado encontrar la respuesta. He ido al Corte Inglés, me he puesto frente al stand de los IPad, he cerrado los ojos y he intentado encontrar la respuesta. He estado así casi 7 min. hasta que un dependiente me ha dado en el hombro y del susto he abierto los ojos a la vez que me preguntaba si me encontraba bien...

No he encontrado la respuesta. Sólo he llegado en mi reflexión hasta que los ejecutivos de marketing de Apple son unos putos genios y han hecho que millones de personas en todo el mundo, incluida mi suegra, se hayan gastado 500 euros de media en algo que no necesitaban para absolutamente nada. Y también a que el IPad además de con electrónica, está construido con aromas de potingues de brujería del África negra más profunda porque mientras estaba frente a él con los ojos cerrados, haciéndole la pregunta "tú para qué demonios sirves", sentía claramente cómo él me respondía una y otra vez "no pienses y cómprame mamón"... hasta que el dependiente cortó este combate extrasensorial entre el IPad y yo. No sé qué habría pasado si aquél dependiente no me saca del trance en el que me había sumergido.

Somos así de tontos.

Estamos construyendo un Mundo en el que si no tienes un IPad no eres nadie... y alguien desde arriba quizá nos esté observando e interpretando como ese Planeta habitado por tontos que van a todos sitios con un aparatito debajo del brazo para pollardear con él.


Con todos mis respetos.

Miniurgo.

Pesos y formas

Recuerdo que flipé cuando me enteré de la competición de tiro de piedra que se hace todos los años en Cadaqués. Se colocan boyas desde la orilla mar adentro, marcando las calles por las que han de correr, dando saltos en la superficie del agua, cientos de piedras planas lanzadas por decenas de lanzadores expertos.

Para evaluar, cuentan tanto el mantenimiento de la dirección, el número de rebotes en el agua y la longitud recorrida. Y parece que es algo que requiere de bastante destreza, además de una preparación física específica para poder soltar el brazo como si fuera un latigazo seco y eficaz.

Aquí en el sur de Cádiz no me hacen falta boyas, mi manía de tirar piedras al agua no llega a ser tan profesional. Previamente ando un rato por la orilla, intentando cazar las mejores piezas. Las voy recolectando, en función de sus pesos y formas. Todas en una mano, algunas caen en el proceso de selección para dejar paso a otra algo más plana, un poco menos ligera o de superficie más lisa.

Luego llega el lanzamiento: la superficie mojada que queda en la orilla cuando una ola se retira suele ser ideal. Para poder lanzar así, paralelo a la línea de costa, hace falta que la playa sea poco transitada, o ponerte a una hora y en un sitio en el que sepas que no vas a alcanzar a nadie. Cuando hay más gente, lanzas como en Cadaqués, hacia el interior del mar, aprovechando la lisura de una ola que se se cansa de avanzar.

Paso el tiempo lanzando, hasta que mi hombro poco entrenado se empieza a resentir. Entonces me siento debajo de la sombrilla y miro absorto el agua, oigo el ruido de su movimiento perpetuo, o me pongo a escribir un post como éste, antes de volver a acercarme a la orilla para volver a seleccionar y lanzar.

Pesos y formas en la mano, y una tarde entera que queda por pasar.

viernes, 14 de junio de 2013

Cogiendo olas

Por primera vez en mucho tiempo, he pasado la tarde cogiendo olas, como cuando me iba con mis hermanos y mis primos a la playa, en las mareas de Santiago.

Es curioso recordar la sensación. Te acercas demasiado, y la ola te pasa por encima. Te alejas un poco más, y la ola irremisiblemente rompe y te golpea. Hace falta estar en el sitio justo, con la ola justa.

Con la práctica, son más las veces que coges bien el sitio. Esperas que la ola se acerque, y resistes el empuje que la antecede clavando los pies en la tierra. Hay veces, las felices, que das el salto en el momento adecuado, y la ola te arrastra con fuerza hasta la orilla.

Otras, en las que parece que todo está preparado para que sea la ola perfecta, te descabalgas, y por más que intentes impulsarte con los brazos y las piernas en la misma cresta, la ola te pasa y te quedas atrás viéndola avanzar.

Ha habido veces en la vida que las olas me han llevado lejos, casi hasta la arena seca. Otras me han dado tumbos, haciéndome pensar cuando me levantaba en la inconsciencia del riesgo. Otras, por más que me he impulsado, nunca me pudieron llevar a ningún sitio.

Hoy por la tarde, cogiendo olas, he pensado a dónde me llevarán las siguientes. En cualquier caso, tanto en la playa, como en las olas de la vida, una y otra vez me levanto, me coloco en el buen sitio, espero la siguiente y lo vuelvo a intentar.

Por eso a veces se me antoja pasar la vida abandonándome, como me dejo llevar una tarde cualquiera por las olas en el mar.

Mojamenkopf

No sé muy bien a qué se debe, o tal vez lo sepa tan bien que no deba, pero desde un tiempo a esta parte estoy seco. Vacío.

Como dice el Farruco, siendo todo lo que al ser humano acontece una sencilla cuestión de atención, seguramente esté canalizando la mía hacia otras cosas, otros lugares, otros tiempos.

Lo que no es normal es haber intentado un post cada día de esta semana y haber terminado borrándolos todos. Como si mi cabeza fuese una mojama de la que poco jugo puedo sacar en este momento.

Tal vez vaya siendo tiempo de que me tome unas vacaciones conmigo mismo.

Abrazos

domingo, 9 de junio de 2013

Con una pequeña ayuda de mis amigos...

Porque es bonito tener grandes amigos cuando las cosas avanzan, el mundo sonríe y nos lo podemos pasar bien, agradeciendo lo que tenemos y lo que disfrutamos.

Pero sobre todo, porque lo importante es tenerlos cuando las cosas no van tan bien, las lágrimas corren y la desesperación e incertidumbre acechan, poniendo luz, esperanza, comprensión, ánimo y coraje allá donde las fuerzas flaquean.

Por eso y tantas otras cosas, gracias a todos aquellos que me estáis animando estos días con vuestro aliento y vuestras palabras.




 

Utopia


De este modo tan brutalmente bueno arranca la nueva serie que estoy siguiendo...





Como siempre, lo primero que me engancha de una serie es cómo está hecha, y ésta, británica hasta la médula, está brutalmente bien realizada: planos, fotografía, música, actores... dan forma a una historia compleja, pero intrigante que te engancha minuto a minuto. Y es que Utopia es una gran serie.

De momento sólo voy por la mitad de la primera y única temporada (hasta el momento). La programé en el iplus para grabarla y hoy he podido ver los tres capítulos grabados. Y me he quedado con las ganas de seguir viendo los tres siguientes. No sé si aguantaré a que se graben o si los veré por internet, porque la trama engancha.

Entre Homeland y Utopia, me tienen en una intriga interruptus...

Os la recomiendo.


Con todos mis respetos.

Miniurgo.
  

sábado, 8 de junio de 2013

Plax y su oda al Almax

Queridos amigos,

Tal vez el nombre de José Luis Fábregas Vidal no os diga nada. Por eso, con este post quiero hacer un sentido homenaje este genio universal que cuando sintió ardentías, no tuvo mejor idea que mezclar aluminio, magnesio y no sé qué otra cosa más y echárselo en la boca, a ver qué pasaba...


Gracias, José Luis, pedazo de monstruo, por inventar el Almax. Sin tu clarividencia, sin tu visión, mi siesta de hoy nunca hubiera podido ocurrir...

Con todos mis respetos,

Plax

The Sleepwalkers... O el Cuarto Reich de la Gordita anti-PIGS

La semana pasada me compré The Economist para leerlo en el vuelo a San Pablo. Su portada era demoledora...




Y mientras despegábamos me puse a reflexionar sobre la foto de la portada. Y en concreto sobre la Gordita que hacía de punta de lanza, marcando el camino a su grupo de Sleepwalkers.

Y pensé sobre la naturaleza germana. Sobre como los germanos una y otra vez se empeñan en darle por el mismísimo a Europa, ahora convertida en Fofa (La Fofa Europa), enrocados en sus absurdas ideas y creencias de tinte anormal profundo.

La Gordita que emepzó a gestionar con aparente sensatez el origen de la crisis, se ha ido creciendo, se ha visto en un cuarto Reich, y en sus delirios ha empezado a visualizar a los PIGS como la amenaza germana y se ha empeñado en acabar con todos ellos... Y es que la Gordita con sus teorías está llevando a los BRIC a comerse la económía Alemana, mientras ella piensa que somos los zafios y gandules PIGS...

Este Mundo es verdaderamente absurdo, e irresoluble.

Con todos mis respetos a todos los centroeuropeos con cerebro, y con neuronas. Que seguro que los hay.

Miniurgo.

Radio Tirana: Lucha de Gigantes

Tomo con permiso los mandos de Radio Tirana, para celebrar la primera semana de una luchadora.

Pequeña, en este mundo descomunal siempre tendrás a tus padres queriéndote y cuidándote como lo están haciendo. No te he visto todavía nada más que en fotos, pero quería dejarte un regalo para que te acompañe en estos días, y cada vez que la vida te plantee un desafío. Que sepas que confiamos en que que siempre ganarás como lo estás haciendo.

Un beso, pequeña.


Celebremos, amigos. Confiemos y celebremos. 

Feliz sábado.

Fuel Fandango... O el arte de lo innovador

Hace unos meses, de casualidad en Radio 3, el único lugar radiofónico donde encontrar música innovadora de calidad, escuché a un grupo llamado Fuel Fandango. El tema ya estaba empezado y pude oir sólo el final. Pero me llamó la atención porque me sonaba agradablemente diferente, aunque no tiré del hilo para seguir conociéndolos mejor.

Hace unas semanas, en Territorios, los vimos en directo Tirano y yo, esperando para la sesión de 2ManyDjs. Nuevamente ya estaban casi al final de su concierto, pero me volvieron a llamar la atención: esa morenaza vestida con aire flamenco, con una voz impactante, moviendo un abanico, cantando en inglés, moviéndose con aire flamenco, entre acordes electrónicos y un bateria brutal...








Alejandro Acosta, un productor musical y DJ, y Nita, una cantante flamenca, que se fusionan en Fuel Fandango y crean una bomba, a través de la cual desarrollan arte musical, innovador y de altísima calidad.

Espero les vaya muy bien y nos regalen más bombas como las de sus dos discos editados hasta el momento y como las que despliegan en sus meritorios y vibrantes directos.

Gracias Fuel Fandango, por apartar con vuestros acordes, parte de la peste que nos ahoga en este valle de mierda que estamos viviendo...


Con todos mis respestos.

Miniurgo.

domingo, 2 de junio de 2013

Genios del flamenco: Mártires del compás, su flamenco billy y el genio inenarrable de Chico Ocaña

La carta de presentación de los Mártires conmigo fue la portada insuperable de su primer disco, Flamenco Billy, que forma parte de la protohistoria más insuperable de los Collages PoP: ignoro si fue el propio Chico Ocaña quien la diseñó, pero ahí fue la primera "en tó la frente" a nuestra Macrocefálica, Mariana y Penitente Ciudad...


A partir de ahí, los inclasificables Mártires del Compás ocuparon un espacio insustituible en mi corazón musical. Porque no solo era cuestión de música, sino de actitud. En ellos veía al paradigma de la honestidad creativa, y en su cante la auténtica actualización que una vez el de la nariz grande de los Ketama dijo que necesitaba el flamenco. Pero lo siento, Ketama, vosotros no llegásteis a hacerlo. Los Mártires sí: o si no, a ver quién le echa bemoles a la cosa para mezclar la petenera con la bulería, y conseguir que se te pongan los pelos de punta como se me ponen cada vez que escucho la Petebulería:



...o a ver quién tiene el compás que hay que tener para marcarse las bulerías que para mí mismo conozco como las del bonobús...



...o a tener la poesía que hay que tener por dentro para componer un temazo como Tu hielo: "...cuando de tu calor me acuerdo / me compro una barra de hielo / la abrazo como si fueras tú / pero tú te haces agua / y te vas corriendo..."



...Mártires del Compás, qué genios sois. Cómo llegásteis a tocar el cielo, pedazos de monstruos. Qué alegría haber crecido con vosotros también...