miércoles, 25 de septiembre de 2013

Alegranza

Siendo de secano, peninsular, e ignorante de muchas cosas, han tenido que pasar 38 años hasta que ayer me enteré de que a cada isla se le forma siempre una nube encima.

El viento húmedo del océano, que nunca deja de soplar, se enfría al ascender súbitamente tras el choque con el obstáculo inesperado que representa la tierra: la masa blanca de vapor de agua aparece entonces.

Desde el mirador veo una isla inmóvil y su nube análoga, que le ofrece compañía continua y cambiante. No podía imaginarme que la meteorología retratase también personas, con trazos de aire de densidad variable.

3 comentarios:

  1. ¿No será un toldo o más bien un palio con el que solemnizar esa tierra emergente?

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  2. Completamente, Francisco. Algo entre lo solemne y lo natural hay en todo esto...
    Un abrazo!

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  3. Lo que viene siendo el efecto foehn mi querido Plax, solo que tú lo explicas de manera mucho más poética que el Strahler....

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