domingo, 28 de septiembre de 2014

Del tutti frutti al arroz, pasando por Sichuán

Dentro del nuevo contexto, uno de los cambios más bruscos es el de la comida. Cualquiera que haya estado aquí y vuelva a comer en España en un "chino", se dará cuenta de lo pobre que es reducir a una sola categoría que engloba lo que comen 1.500 millones de personas repartidas en 52 etnias diferentes.

Al lado de la entrada de la Universidad, hay varias casas de comidas donde se puede tener una primera idea de esa variedad. La cocina de Xian es pesada, y un plato como el Youngroupomo (que seguro que he escrito mal), con sus migas en sopa, su carne de ternera y los ajos macerados en vinagre, es capaz de levantar a un muerto.

La de Sichuan es picante, tanto que cuando como siempre a la entrada de un restaurante, coges dos servilletas para llevarlas a la mesa, en el sitio de los sichuaneses es necesario contar con seis: las dos de la boca que siempre se usan, más dos para el goteo de la nariz, y otras dos para las lágrimas. Sencillamente brutal.

Sin embargo, mi favorito de todos los días es uno que no tiene muchas estridencias. Su variedad de platos es igualmente amplia, pero en el restaurante uigur, siempre que voy, pido el que considero que es el plato estrella: arroz con tomate y apio hervido, y un huevo revuelto encima.



Aunque parezca insulso, soy fiel a él. Puedo comerlo a todas horas. Por tener de todo, tiene hasta todos los colores. El arroz apelmazado, el huevo con su punto de sal, el tomate jugoso, el apio que cruja aún un poquito. No sé cómo se llama, pero al entrar ya directamente los dos chavales que llevan el bar, me lo ponen sin necesidad de preguntar.

Debe ser también cosa de la edad. Porque comiendo, me acuerdo de la frase mítica que me dijo una vez el Abuelo, sobre una persona muy querida por él, que solamente comía el helado de tutti frutti. Su argumento era: si es el que me gusta, ¿para qué quiero probar otro más?. Irrebatible. Me acuerdo del día que Pablo me lo dijo en La Antilla como sí fuera ayer, con su buena memoria, supongo quede acordará también, y de mi cara de incredulidad.

En fin: pensamientos distraídos sobre cómo conforme avanzamos, tendemos a simplificar. Cómo pasa el tiempo. Del tutti frutti al arroz, pasando por Sichuán.

Abrazos

Plax

2 comentarios:

  1. Plax: me voy as ir contigo a Shangai sólo para comer. Tus platos tienen mejor pinta que los de las fotos de los catálogos del supermercado del Corte Inglés.
    Efectivamente, debemos estar haciéndonos mayores, porque yo al del helado de tutti frutti ya lo comprendo, e incluso empiezo a compartir sus pensamientos reduccionistas (no por ellos simples).
    Un abrazo :)

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  2. Abuelo, ayer echaron un documental en la 2 sobre comida cantonesa y casi le pego un bocao al Philips, yo tb me voy para comer ;))

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