Se podría escribir un blog entero para contar las anécdotas de este sitio, que fue uno de los primeros que nos aglutinó como PoNis en nuestras primeras salidas alcohólicas por el centro. Pero creo que ese blog no podría escribirlo yo.
He de reconocer que por coincidir aquella época en la que íbamos con un momento sentimental mío bastante intenso, mis recuerdos se han vuelto bastante borrosos con el tiempo, mención aparte del efecto que haría el Licor 43 con cola en mi corteza cerebral en pleno proceso de crecimiento. Sí que tengo presente una sensación: la de estar en esta plaza muchas veces en invierno, cogiendo los vasos con guantes, con chaquetones gruesos que por la humedad del barrio de Santa Cruz apenas quitaban el frío. Seguramente, amigos, podáis ayudarme a recordar, con aquellas cosas que se puedan escribir en público de aquel momento.
Esta noche he pasado con la bici, y he podido tomar esta foto...
...la verdad, hemos de reconocer que éramos unos cafres en esa plaza y que se quedaba muchas veces hecha unos zorros (y mira que nosotros, a veces recogíamos). Lo que hay ahora estará más limpio, sí, más ordenadito, y seguramente los sábados por la mañana no haya que pasar respirando por la boca para evitar el olor. Pero da algo de cosita ver cómo, al igual que en el resto del barrio y en gran parte del centro histórico de nuestra mariana ciudad, Doña Elvira se ha convertido en extensión de los comedores de los restaurantes de temática guiri, con sus sillitas de aluminio, tablones de menús gigantes que compiten por la paella más barata y la profusión de velitas románticas de rigor.
A riesgo de ponerme nostálgico, creo que cuando estábamos nosotros, la plaza estaba mejor.
He de reconocer que por coincidir aquella época en la que íbamos con un momento sentimental mío bastante intenso, mis recuerdos se han vuelto bastante borrosos con el tiempo, mención aparte del efecto que haría el Licor 43 con cola en mi corteza cerebral en pleno proceso de crecimiento. Sí que tengo presente una sensación: la de estar en esta plaza muchas veces en invierno, cogiendo los vasos con guantes, con chaquetones gruesos que por la humedad del barrio de Santa Cruz apenas quitaban el frío. Seguramente, amigos, podáis ayudarme a recordar, con aquellas cosas que se puedan escribir en público de aquel momento.
Esta noche he pasado con la bici, y he podido tomar esta foto...
...la verdad, hemos de reconocer que éramos unos cafres en esa plaza y que se quedaba muchas veces hecha unos zorros (y mira que nosotros, a veces recogíamos). Lo que hay ahora estará más limpio, sí, más ordenadito, y seguramente los sábados por la mañana no haya que pasar respirando por la boca para evitar el olor. Pero da algo de cosita ver cómo, al igual que en el resto del barrio y en gran parte del centro histórico de nuestra mariana ciudad, Doña Elvira se ha convertido en extensión de los comedores de los restaurantes de temática guiri, con sus sillitas de aluminio, tablones de menús gigantes que compiten por la paella más barata y la profusión de velitas románticas de rigor.
A riesgo de ponerme nostálgico, creo que cuando estábamos nosotros, la plaza estaba mejor.
Hubo quienes aguantaron carros y carretas en esa plaza....unos valientes...
ResponderEliminarEstimado vino de naranja, gracias por tu participación, pero a qué te refieres?
EliminarComo he comentado, mis recuerdos son difusos...si a eso le añado que el resto de PoNis guarda silencio sobre lo acontecido en la plaza, y remato con lo críptico de tu comentario, me quedo en ascuas...
Saludos
Vino de naranja, eres vino de naranja por el vino de sabor a naranja, o porque eres un nota que a la plaza de doña Elvira vino de color naranja?
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