Muestra del cambio que ha vivido la Alameda en los últimos veinte años es la desaparición, además de los coches y la gente, de sitios míticos para la mitología PoNi como éste. Cuando empezamos a sacar los pies del tiesto del Corchea, avanzábamos en dirección Norte desde la calle Regina, pasando por el Pozo Santo y la calle Divina Enfermera (qué nombre), hasta llegar a una casa casi en ruinas, recuerdo que en gran parte apuntalada, a la que se accedía subiendo por una escalera estrecha y en la que el humo de los petardos acumulado en las plantas superiores te producía automáticamente una conjuntivitis como si te hubieras fumado tres, independientemente de que luego te los fumaras o no.
Años más tarde, desde el balcón de la casa donde Jose se mudó, felizmente según siempre recuerda, pudimos comprobar la metamorfosis lenta del Bruja. Seguramente, los dueños (si es que este sitio llegó a tener dueño) terminaron vendiendo el edificio a algún promotor listo que aprovechaba el efecto llamada en torno a la Alameda. Se tiró unos años cubierto con tela de andamio color negro, como si fuera una mortaja que simbolizaba el aBoBamiento de esta zona de la ciudad. Tras las indecisiones y los retrasos vinieron las obras, la pinturita blanca de la fachada con recercados albero y la apertura del restaurante japonés de rigor. El Bruja desapareció, igual que la Alameda desapareció, pero seguirá por siempre habitando en nuestros corazones, eternamente ahumando en nuestros pulmones...
El Bruja, qué lugar. Lo mismo que Bolleré: qué papé.
Ay Plax, ya me jarto de estar siempre de acuerdo contigo... en un poco cansino, pero que le voy a hacer si yo... nací en el Mediterráneoooooooo
ResponderEliminarQue buenos recuerdos el Bruja, para mi era mi sitio mítico de la Alameda, que conversaciones con el personal hecho polvo de la vida...
Nunca llegará al nivel de EL MUNDO OTROBAR en las Siete Revueltas, pero bueno, era mítico. La Alameda de ahora es un sitio para puretones... tranquilo, niños... que no está mal, vaya, porque me coge en esta fase de mi vida más tranquila, pero el que no haya vivido la Alameda del bar de las putas, porme la última ya a las 6 de la mañana, de los conciertos de lo que sea en el Fun Club, de los notas tiraos en Joaquín Costa en medio de la calle bocabajo... no ha vivío ná. Menos mal que nuestros padres no eran conscientes de por donde salíamos, y luego yo me volvía en bici hasta St.Clara y mis padres siempre dormían bien... que benditos los dos...
Jeje...pues la verdad es que esto de coincidir tiene la salvedad de lo de El Mundo Otrobar...la verdad es que me acuerdo de su vestíbulo a la entrada, y luego la barra y la sala interior alargada, pero muy poco porque solo creo haber entrado dos veces...o tres, no sé...pero en cuanto a antro, no se quedaba detrás de ninguno...
ResponderEliminarPlax, no te la des de alternativo que también nos hiciste ir al Pianillo...
ResponderEliminarJeje...es que visto en la distancia, yo no sé realmente qué es más alternativo, si el Bruja o el Pianillo!
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