sábado, 25 de octubre de 2014

Manila running

Mi hotel queda cerca de la Avenida Rojas, que es el paseo marítimo que bordea la bahía de Manila. Está al sur de Intramuros, el centro histórico de la ciudad que fundaron los españoles. Esa es la dirección en la que la ciudad ha ido creciendo, donde se levantan los rascacielos que están definitivamente achinando su paisaje, después de que las grandes autopistas la americanizaran en los 70.



Todo está cubierto de bruma. La gente sale a correr por este malecón, que es por donde Manila respira. Resulta complicado hacerlo: los coches y los camiones hacen que el aire tenga un color marrón extraño, e incluso se puede notar algo parecido a arenilla en los dientes si dejas la boca abierta por un minuto. Como hacer una carrera popular en el garaje del Nervión Plaza, no sé a cuántas cajetillas de tabaco puede equivaler esto, mejor no pensarlo.



Si obviamos eso tan difícil de obviar, el paisaje de gente jugando y saltando desde temprano en el Centro Cultural de Manila contagia optimismo. Y los 15 kilómetros de esta mañana animan a empezar este último día que paso, por esta vez, en Filipinas.

Abrazos y buen fin de semana,

Plax

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