martes, 8 de enero de 2013

Pasadizos

Igual que una granada puede convertirse en una máquina del tiempo, en el cuerpo duro de una ciudad pueden abrirse túneles que la conectan a otras ciudades, a otros momentos y otros paisajes. Estos pasadizos casi siempre son inadvertidos. Se sabe de oídas algo sobre ellos, voces amigas te hablan de su valor, pero no es hasta que se transitan cuando se tiene verdadera consciencia de con qué fuerza pueden atar extremos del mundo hasta niveles inverosímiles.


Pasajes como esos pude descubrir el viernes pasado en Granada. Uno de ellos es el carmen de la fundación Rodríguez Acosta: un lugar alucinante, vertical y solo posible en la cabeza de un personaje ensimismado, que me transportó, sin solución de continuidad, desde la ladera sur de la colina de la Alhambra a los abismos de cúpulas y escaleras del círculo de Bellas Artes de Madrid. Otro, el centro José Guerrero, que en su última planta conduce felizmente desde las cubiertas de la catedral de Granada hasta el Greenwich Village de Nueva York, y por otro extraño atajo, a la extensión horizontal infinita de Chicago.

Las razones no las explicaré aquí, amigos. Mi propósito no es ese, sino animaros a que vayáis a Granada a asomaros por esos pasadizos. Porque seguramente os conduzcan a otros sitios que no sean los míos. Y en el desplazamiento estará el gusto.

Abrazos

Plax

No hay comentarios:

Publicar un comentario