sábado, 15 de marzo de 2014

A palo seco

Como parece que la técnica es tan buena y liberadora, nos creemos que la controlamos y nos hacemos con ella, cuando en realidad, la relación de dominio es muchas veces en sentido inverso: son las herramientas disponibles las que nos hacen obviar la ética o los contenidos, y muchas veces nos cuesta reconocerlo.

Hace poquitas horas tuve la suerte de asistir por segunda vez en mi vida a una conferencia de arquitectura en la que me encuentro a un orador que no recurre a transparencias, diapositivas o powerpoints. Hace tiempo que mi gremio se hizo yonki de la fotografía, y de ahí lo extraordinario de que alguien cuente algo sin imágenes impactantes, sólo algún dibujo o esquema en la pizarra. El primero que vi fue hace unos ocho años: Edward Soja, que vino de Los Angeles a Sevilla solo con un bolígrafo en la chaqueta, para sentarse, cruzar las manos y hablar durante dos horas ante un auditorio boquiabierto.

Ayer fue Alfredo Rubio, un genio entre los genios, que tampoco necesitó más equipaje ni muletas para mantener embelesados durante dos horas y media a profesores y estudiantes de mi Escuela. Cuando sea mayor querría dar las clases así: un orador y gente que le escucha, a pecho descubierto. Como se degusta un buen licor. A palo seco.

Quitándome el sombrero, y con todos mis respetos,

Plax

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