Resulta tremenda la coincidencia, cuando hoy me disponía a escribir sobre la última joya que cayó en mis manos del genio Murakami...
Underground trata sobre un suceso que recuerda a lo hoy acontecido en Charlie Hebdo: un ataque terrorista. Con diferencias, eso sí. El que describe Murakami, ocurrió hace ya casi 20 años en Tokio y fue perpetrado con gas sarín; el de hoy lo ha sido con balas. El de París fue contra un objetivo señalado, el de Tokio completamente indiscriminado. El de Tokio fue subterráneo y oculto, el de París lo estamos viendo a plena luz del día, repetidas en la televisión sus imágenes hasta la saciedad.
Pero por encima de las diferencias, hay una similitud: el fanatismo que lleva a un grupo de personas a romper los límites de la "normalidad", y de repente subvertir el orden y la tranquilidad a la que en nuestra sociedad occidental estamos acostumbrados a vivir. Y más que escuchar las tonterías que por ejemplo ahora se están virtiendo en la televisión pública, del tipo que si nuestra civilización es la buena y el Islam vive en la Edad Media, y otras diarreas histórico-mentales que no puedo soportar, prefiero volver a leer, para relajarme, las páginas de esta maravilla del periodismo hecho por un escritor.
La razón es sencilla: eventos como los de hace 20 años o el de hoy tienen, y requieren, de una doble lectura. La primera, orientada a los que ejecutan: "...una vez que hayas confiado tu voluntad a otra persona, en qué dirección puedes avanzar? En esta situación, recibes una nueva narración de la persona a la cual has confiado tu personalidad. A él le remites el verdadero objeto, y lo que obtienes a cambio es una sombra. Desde que tu voluntad se funde con la de otro, tu narración va a tomar inevitablemente aquella que la voluntad del otro ha decidido crear".
La segunda orientada a quienes como sociedad contemplamos atónitos, al hilo de lo anterior, porque seguramente no seamos tan buenos: "...¿no has ofrecido tú también una parte de ti mismo a alguien (o a alguna cosa) y adoptado una 'narración' a cambio? ¿No has confiado una parte de tu personalidad a algún Sistema o algún Orden superior? En ese caso, ¿no te ha exigido ese sistema a cambio una parte de 'locura'? ¿La narración que posees es real y sinceramente tuya? ¿Tus sueños son realmente los tuyos? ¿No son las visiones de otro, que pueden tarde o temprano transformarse en pesadillas?"
Desde hacía tiempo no había leído algo tan lúcido, y tan terriblemente oportuno recordar como puede serlo hoy. Especialmente porque como dice la última frase del libro, "...(los fanáticos) erran de aquí allá, divididos entre un sentimiento de superioridad y la idea de que ellos mismos no son todo lo rectos que haría falta. Pero podrían perfectamente ser yo. Podrían perfectamente ser tú".
Ahí lo llevamos.
Con todos mis respetos a las víctimas, y a quienes como Murakami, en momentos de zozobra nos hacen verdaderamente pensar.
Plax
Underground trata sobre un suceso que recuerda a lo hoy acontecido en Charlie Hebdo: un ataque terrorista. Con diferencias, eso sí. El que describe Murakami, ocurrió hace ya casi 20 años en Tokio y fue perpetrado con gas sarín; el de hoy lo ha sido con balas. El de París fue contra un objetivo señalado, el de Tokio completamente indiscriminado. El de Tokio fue subterráneo y oculto, el de París lo estamos viendo a plena luz del día, repetidas en la televisión sus imágenes hasta la saciedad.
Pero por encima de las diferencias, hay una similitud: el fanatismo que lleva a un grupo de personas a romper los límites de la "normalidad", y de repente subvertir el orden y la tranquilidad a la que en nuestra sociedad occidental estamos acostumbrados a vivir. Y más que escuchar las tonterías que por ejemplo ahora se están virtiendo en la televisión pública, del tipo que si nuestra civilización es la buena y el Islam vive en la Edad Media, y otras diarreas histórico-mentales que no puedo soportar, prefiero volver a leer, para relajarme, las páginas de esta maravilla del periodismo hecho por un escritor.
La razón es sencilla: eventos como los de hace 20 años o el de hoy tienen, y requieren, de una doble lectura. La primera, orientada a los que ejecutan: "...una vez que hayas confiado tu voluntad a otra persona, en qué dirección puedes avanzar? En esta situación, recibes una nueva narración de la persona a la cual has confiado tu personalidad. A él le remites el verdadero objeto, y lo que obtienes a cambio es una sombra. Desde que tu voluntad se funde con la de otro, tu narración va a tomar inevitablemente aquella que la voluntad del otro ha decidido crear".
La segunda orientada a quienes como sociedad contemplamos atónitos, al hilo de lo anterior, porque seguramente no seamos tan buenos: "...¿no has ofrecido tú también una parte de ti mismo a alguien (o a alguna cosa) y adoptado una 'narración' a cambio? ¿No has confiado una parte de tu personalidad a algún Sistema o algún Orden superior? En ese caso, ¿no te ha exigido ese sistema a cambio una parte de 'locura'? ¿La narración que posees es real y sinceramente tuya? ¿Tus sueños son realmente los tuyos? ¿No son las visiones de otro, que pueden tarde o temprano transformarse en pesadillas?"
Desde hacía tiempo no había leído algo tan lúcido, y tan terriblemente oportuno recordar como puede serlo hoy. Especialmente porque como dice la última frase del libro, "...(los fanáticos) erran de aquí allá, divididos entre un sentimiento de superioridad y la idea de que ellos mismos no son todo lo rectos que haría falta. Pero podrían perfectamente ser yo. Podrían perfectamente ser tú".
Ahí lo llevamos.
Con todos mis respetos a las víctimas, y a quienes como Murakami, en momentos de zozobra nos hacen verdaderamente pensar.
Plax
Uf...soberbio Plax...simplemente soberbio.
ResponderEliminarGenial
ResponderEliminarLo que realmente me resulta asombroso es ver a un escritor como Murakami, maestro de la ficción, decidiéndose a hacer periodismo: entrevistando a las víctimas, a miembros de la secta, asistiendo a las sesiones de los juicios, y cómo su relato no es formalmente periodismo, sino auténtica literatura. Y de la buena, de la que deja a uno pensativo...el libro es duro en algunos momentos, como no podría ser de otra manera por tratar de una tragedia, pero lo recomiendo completamente. Ante estas situaciones, siempre es necesario reflexionar. Y Underground ayuda.
ResponderEliminarAbrazos