lunes, 16 de enero de 2012

20000 leguas de viaje submarino

Queridos amigos,

Dentro de los cambios de hábitos que han acontecido últimamente, he dejado un poco el mundo de las series para dedicarme con mayor intensidad a la lectura. Un cambio que agradezco, por la posibilidad que me ofrece de encontrarme a ratos conmigo mismo y viajar.

Esos viajes conviene planificarlos con cuidado, evitando el riesgo de que la improvisación en las elecciones conduzca a pufos como el que me ocurrió con El arcoiris de gravedad, de Thomas Pynchon. Un libro que conocí a través de una revista de arquitectura, y que muchos de los arquitectos americanos que me interesan ponían como su libro de cabecera: la historia de un chico que desde su infancia ha sido sometido a un experimento científico maquiavélico que le hace ser sensible a un componente alemán empleado en la construcción de bombas volantes, y empalmarse cada vez que se aproxima una bomba V-2 a Londres...

Semejante argumento surrealista, que tanto prometía para desplegarse en ochocientas y pico páginas, resultó finalmente un pufo. Eso sí, y ante todo, un pufo de traducción: de vez en cuando aparecen libros que han debido ser traducidos por auténticos dementes, sólo preocupados en ir completando su trabajo de frase en frase, sin levantar las cejas del papel, sin darse cuenta del argumento general de la obra, completamente desagradables para el lector...

Pues bien. Después de esa improvisación fallida, que ahora reposa mostrando su gordo lomo amarillo en la estantería de mi salón, decidí releer un libro por primera vez en mi vida. La razón: un texto que me había pedido una persona importante, y que pensé basar en el argumento que se desarrolla en ese libro.

El libro no es otro que 20000 leguas de viaje submarino. Decidí comprármelo, porque la edición que leí de pequeño no aparecía por ningún sitio, ni en mi casa ni en la de mis padres. Y puesto a comprármelo de nuevo, decidí comprármelo aprovechando el viaje que hice hacia el norte hará poco más de cinco semanas. Y estando en el norte, decidí que tenía que comprármelo en la mítica librería Lagun de San Sebastián, esa tristemente famosa por ser objeto de sabotajes durante años por parte de la kale borroka. Con la edición de Alianza Editorial (por cierto, no entiendo que esté en la colección de literatura juvenil, porque creo que es un libro para adultos) volví a Sevilla, y devoré la historia en cinco días, sin parar.

La razón por la que no he escrito nada de 20000 leguas de viaje submarino hasta ahora es porque no ha sido hasta ahora que he terminado el texto que me habían pedido y para el cual recurrí al libro. Y me ha servido para volver a disfrutar de una historia que demuestra cómo la ilusión es el combustible capaz de conseguir lo imposible, cómo la melancolía es simple garantía de fracaso, cómo la utopía que debemos alcanzar es la del movimiento perpetuo, pragmático e imaginativo del Nautilus, con la tenacidad y convicción del Capitán Nemo.


A veces se establecen conexiones tan inesperadas como bellas al encontrarse con este tipo de historias. Esta de Verne me ha reafirmado la necesidad de reaccionar, de los riesgos que se corren cuando uno prefiere quedarse quieto...y me ha recordado la frase que me dijo una vez mi querida abuela Josefa, y de la que me he vuelto a acordar..."el mundo es de dios, y dios se lo alquila a los valientes"...

Como dice un amigo mío al acabar los correos, en francés: courage!!!

Abrazos

Plax

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