jueves, 10 de julio de 2014

Vibrando con el Tour

Soy un nuevo converso, lo reconozco, y vuelvo a declarar que veo el Tour desde hace solo dos años, cuando por sentimentalismo personal hacia Francia, empecé a seguir esos paseos de sobremesa en helicóptero por encima de los campos y las ciudades de ese asombroso país...

Fue ya el año pasado, en mi nueva afición por el deporte, que empecé a sacar mi pepino (entendamos, la Bianchi) a las calles de manera no utilitaria, cuando confirmé mi empatía por el Tour y sus corredores. Salir a las 5:30 a.m. a pedalear por el carril bici empezó a elevar mi nivel de atención hacia la retransmisión de mediodía...

A pesar de que mi afición al Tour sea reciente, llevo 20 años desplazándome casi de forma diaria en bici por mi ciudad. Por eso, en el día de hoy, viendo la quinta etapa del Tour, he sentido el barro en la cara y en la espalda de los ciclistas, he notado el calor en las rodillas, la humedad y el frío...la vibración del manillar en los adoquines como se nota bajando por la calle Gerona, o subiendo por Mateos Gago cualquier tarde de Febrero...

Hoy el Tour ha sido grande, porque (por supuesto, salvando las distancias) me ha recordado lo que vivimos los que nos movemos en bici, llueva, haga sol o viento, diariamente, todos los días...todos hablan de Alemania ayer, pero qué pedazo de etapa de Tour hoy...

Con todos mis respetos a Vincenzo Nibali,

Plax

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