La Blackberry de Krispín Klander

Hace un par de días una amiga me comunicaba una terrible noticia: los gurús del diseño de Research in Motion, seguramente atrapados por la nieve en alguna reunión de la empresa al norte de Saskatchewan, rodeados de ciervos como el argentino de Toronto, habían tenido una idea.

Qué idea.

Hacer la Blackberry con pantalla táctil, con su teclado Qwerty...y sin bolita. Cercenado su principal atributo, los de marketing de Blackberry se emplearon con especial sorna para darle nombre al engendro creado por sus colegas de diseño: Blackberry Magnum. Vamos, Rocco Sifredi, pero castrato.

Incrédulo, acudí a varios foros, incluido el must de la prensa contemporánea Huffington Post, en los que se hacían eco de la misma noticia, que al parecer es inevitable: a las Blackberrys se le van a caer las bolitas.

Tras meditar durante horas, transtornado, y de nuevo, presa del insomnio, creí necesario preparar un alegato a Research in Motion. Un alegato a favor de la bolita de la BB basado en un argumento: la evolución tecnológica no puede ser más cruel ni salvaje que la evolución natural.

A lo largo de años, los ingenieros de RIM se las vieron y se las desearon para darle la vuelta al ratón, dejar la bola boca arriba, reducirla a la mínima expresión y ponerse a invertir todos los movimientos para hacer que el desplazamiento del cursor por la pantalla siguiera el movimiento suave, sedoso, sensual, del dedo gordo sobre la brillante perlita. Una operación digna del ingenio del inefable Domingo Borrero, cuando empleaba los ratos libres en invertir el color de la pantalla de su calculadora...

Pues resulta que ese hito en la historia personal tecnológica de cada uno, que era sacar la BB del envoltorio y ver cómo se iluminaba la bolita blanca...objeto del poder...mi tessorooo..., resulta que era sólo un queo, un entretenimiento, un paso en el camino del progreso tecnológico que al cabo de cuatro años se ve abocado a desaparecer.

Resulta que RIM no tiene miedo a truncar las expresiones de satisfacción que surgían en nuestras caras al accionar la bolita, resulta que RIM considera que hacerle cosquillas a la pantalla es más contemporáneo y avanzado que el sobeteo de la perlita del poder, resulta que RIM ahora se ve tan todopoderoso como para extirpar la bolita en un plisplas cuando la selección natural lleva generaciones para hacer que el ser humano se desprenda de nuestros apéndices, nuestras muelas del juicio y nuestros dedos chicos del pie, cuando el señor Bimbo lleva décadas sin suprimir la primera y la última rebanada del paquete de pan Bimbo.

Con todos mis respetos, los ingenieros y marketeadores de RIM, incurren además en una contradicción: si ahora nos pasamos a lo táctil, ¿qué sigue haciendo ahí el teclado? Si son tan modernos como los de Apple y se trata de acabar con lo mecánico, ¿para qué mantener el atavismo de la máquina de escribir, que es del siglo XIX?

Parece pues, que lo que se les ha ocurrido a los pobres, encerrados por la nieve todavía en la cena de navidad en Saskatchewan, a la espera de que llegue la quitanieves después de pasar por el jardín del argentino de Toronto, viendo pasar a Rudolf y toda su panda de ciervos, es una operación más sofisticada que la simple emasculación que decía antes de Rocco Sifredi. A la BB además le han puesto pechos pero dejándole el bastinazo.

Por eso, ingenieros y marketeadores de RIM, propongo que no le pongáis BB Magnum. No seáis sarcásticos.

Aprovechad para hacerle un homenaje a la pandilla de personajes maravillosos y frikis con los que Pepe Navarro colonizó la televisión de los años noventa, en concreto a aquella criatura híbrida y ambigua de grandes labios, que hipnotizó al país con su pelucón y con su verbo barriobajero, siempre amenazando con enseñar ante las cámaras su secreto: ponedle mejor la Blackberry Veneno.

Al menos se la comprará Krispín Klander.