Queridos amigos,
Ayer tuve la suerte de acudir a un evento flamenco memorable: la Fiesta de la Bulería de Jerez. Un cartel de lujo en la plaza de toros, una noche fresca y agradable. La arena llena. Grupos de gente aupados en las gradas haciendo su fiesta particular. La predisposición a que todo salga bien en uno de los sitios donde, como dicen, hay que mamar.
La fiesta dejó un buen sabor de boca. Un señor calvo del cuadro flamenco cantando como le daba la gana por Caracol, Jesús Méndez enseñando la fuente inevitable de su tía La Paquera, los cantaores que acompañaban a Mercedes Ruiz, para quitarse el sombrero (yo no entiendo de baile, pero la Yerbabuena me transmite más que ella), la Macanita con su voz que parece que le sale de algún lugar más allá de la planta de los pies y de la corteza terrestre.
Dentro de la juerga, hubo dos momentos estelares. El primero, el del Capullo. Ese genio que anoche estuvo en su salsa y superó la afonía ("estoy un poquito cogío, pero voy a hasé lo que sé hasé") con la que llegó al principio, marcándose una bulería de 25 minutos que en el móvil quedó grabada para delicia de la vuelta. El segundo, el del Torta. Ese otro genio que sin saber nunca por dónde va a salir, anoche la volvió a liar. Vaya monstruo. De su actuación, indescriptible, me quedo con una imagen para mi recuerdo, que fue el óle que le salió del alma a mi padre en un momento de pellizco, como sólo le sale a él con los cantaores que le gustan.
Volveremos el año que viene. El que se quiera apuntar, ya sabe. En nuestro coche hay sitio.
Abrazos
Ayer tuve la suerte de acudir a un evento flamenco memorable: la Fiesta de la Bulería de Jerez. Un cartel de lujo en la plaza de toros, una noche fresca y agradable. La arena llena. Grupos de gente aupados en las gradas haciendo su fiesta particular. La predisposición a que todo salga bien en uno de los sitios donde, como dicen, hay que mamar.
La fiesta dejó un buen sabor de boca. Un señor calvo del cuadro flamenco cantando como le daba la gana por Caracol, Jesús Méndez enseñando la fuente inevitable de su tía La Paquera, los cantaores que acompañaban a Mercedes Ruiz, para quitarse el sombrero (yo no entiendo de baile, pero la Yerbabuena me transmite más que ella), la Macanita con su voz que parece que le sale de algún lugar más allá de la planta de los pies y de la corteza terrestre.
Dentro de la juerga, hubo dos momentos estelares. El primero, el del Capullo. Ese genio que anoche estuvo en su salsa y superó la afonía ("estoy un poquito cogío, pero voy a hasé lo que sé hasé") con la que llegó al principio, marcándose una bulería de 25 minutos que en el móvil quedó grabada para delicia de la vuelta. El segundo, el del Torta. Ese otro genio que sin saber nunca por dónde va a salir, anoche la volvió a liar. Vaya monstruo. De su actuación, indescriptible, me quedo con una imagen para mi recuerdo, que fue el óle que le salió del alma a mi padre en un momento de pellizco, como sólo le sale a él con los cantaores que le gustan.
Volveremos el año que viene. El que se quiera apuntar, ya sabe. En nuestro coche hay sitio.
Abrazos
¿Ves? Esto sí que me da envidia sana, de no poder estar en Sevilla.
ResponderEliminarQuerido Spader, de manera poco consciente no he dicho nada de Niño Jero, pero si lo hubieras visto con el Capullo, levantando el índice al cielo en plan Angus Young, se te hubieran puesto los pelos como escarpias...
ResponderEliminarUn abrazo!