domingo, 2 de septiembre de 2012

Planes quinquenales

Desde hace años aprovecho este último fin de semana del verano para hacer la misma ceremonia. Saco el papel usado que he guardado a lo largo del curso y, cutter en mano (sí, sé que existen las guillotinas, pero me gusta el riesgo), procedo a cortarlo en dos mitades consecutivas, hasta llegar a un formato A6.

Cada 25 hojas saco un taco de 100 páginas, que me dura, por regla general, tres meses. Tratándose de una tarea de abastecimiento, fabrico cuatro cuadernos que me duran todo un año. Los encuaderno con espiral, siempre en el mismo sitio: mañana, mi amigo Paco, el de la copistería Reina Mercedes, volverá a tomarse a guasa mi trabajo de reciclaje.

Desde que empecé a hacerlos, hace 13 años, ya he completado 45 de estos cuadernos. Jamás he perdido ninguno. Los que conocéis mi despiste legendario sabéis lo que eso supone. La media sale a tres páginas al día, más o menos, en las que escribo con letra minúscula notas de trabajo, citas de libros que me interesan, recordatorios que raramente vuelvo a leer. También pego recuerdos que de vez en cuando busco en ataques de melancolía, o hago dibujos que evidencian mis aptitudes más bien modestas para la expresión gráfica.

Al disponerme a repetir el ritual este año, me he acordado del consejo que me dio mi querido Juanjo antes del verano: pensar en los próximos cinco años, imaginarme los objetivos de mi plan quinquenal.

Por eso hoy no he hecho cuatro cuadernos, sino veinte. Me los llevaré allá donde vaya. En ellos seguiré escribiendo mi día a día. Al verlos juntos me he imaginado el paso del tiempo: nuevos proyectos, nuevos sitios por visitar, quién sabe si algunas de estas hojas lleguen a tener cosas escritas de mis hijos. No lo sé. Pero de momento, antes de la vuelta de mañana, la visión del papel blanco esperando las marcas del futuro me ha llenado de optimismo.

2 comentarios:

  1. Las personas ordenadas lo son en todas sus facetas de la vida. Yo reutilizo todos los papeles que me llegan escritos por una sola cara y los corto al tamaño de media cuartilla (te dejo el tecnicismo); unidos con una grapa, los voy usando como blog de notas, como borrador cuando no escribo directamente en el ordenador que se ha impuesto como costumbre; luego, cuando ha cumplido la función, arranco la hoja y a la papelera con ella. Me parezco a ti, pero mucho menos.
    Un abrazo

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  2. Conozco esos cuadernos, repletos de ideas, anotaciones en una letra tan pequeña que la hace casi ilegible hechas con bolígrafos de tinta liquida mezclados con dibujos y esquemas. Son de un valor incalculable.
    Seguro que los próximos estarán repletos de nuevos proyectos e ideas, fruto de inmejorables sensaciones.

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