sábado, 16 de agosto de 2014

Dos filetes de celulosa

Siempre me quedo con una cierta sensación de derrota cuando dejo sin acabar un libro. Pienso, por defecto y quizás defectuosamente, que todo lo que leo puede dejarme algo, pero hay ocasiones en que esa máxima no se me cumple. Entonces no hay nada más sencillo que cerrar el libro y ponerme a otra cosa.

Me quedo con imágenes bonitas que me ha puesto por delante Naissance, de Yann Moix: me acuerdo especialmente de la descripción de cómo "alguien se había secado las manos sucias en el cielo", de reflexiones sobre la diferencia entre lo que es ser algo y estar convencido de que se es algo, del viaje submarino y surrealista entre los restos del accidente del avión de Air France en el Atlántico. Genial, pero son adornos de la historia, y la historia del recién nacido no sé por dónde cogerla. Está bien chupar la sal de la cáscara de las pipas, pero si el paquete sólo tiene cáscaras, no le veo la diversión a continuar.


Tendré que buscar una buena extensión de la estantería para depositar los 1,3 kilos que pesa tu libro, amigo Moix. He llegado a consumir 400 gramos de tu obra, el equivalente en celulosa a dos buenos filetes, pero ya no doy para más, dejo el resto en un tupper para otro momento que no sé cuándo vendrá. En lo que resta de verano creo que me paso a la ensaladita. O mejor: me apetece algo oriental...

Con todos mis respetos,

Plax

2 comentarios:

  1. En resumen, que vaya coñazo de libro. Y con ese grosor que tiene, no te va a valer ni para calzar una mesa coja.

    ResponderEliminar
  2. Buenísimo lo de que no sirve ni para calzar una mesa coja…me sigo partiendo…un abrazo!!

    ResponderEliminar