sábado, 6 de marzo de 2010

Cuentos a Telémaco Vol. I: "Borja José"

Borja José era un sevillanito de pro. Su genotipo y fenotipo desprendían aroma de azahar por doquier: diez minutos antes de que llegara a cualquier sitio, su sevillana presencia se anticipaba. Y una vez en su destino, su planta lo confirmaba: Patrico en abundancia; patillas trianguladas hacia delante; perfecto afeitado diario; camisa de rayas rosas marca Polo Ralph Lauren, perfectamente introducida por dentro de su pantalón de corte vaquero Massimo Dutti de color mostaza, que oculta los ejecutivos que calzan sus castellanos burdeos entre semana, o sus botines Puma blancos los fines de semana; todo ello complementado con el colofón de sevillanía pura que le confería su pulsera con la bandera de España, compañera inseparable de su pulsera de cuero con forma de trenzas.

No hace mucho, invitaron a Borja José a visitar Lisboa. Lo primero que preguntó es si hacía falta pasaporte. No podía ser de otra manera: su naturaleza sevillana endogámica le había llevado a no abandonar nunca su ciudad, en sus casi cuarenta años de vida. Para qué salir si Sevilla es "lo mejó del Mundo".

Después de una semana meditándolo, concluyó que ya era hora de ir al extranjero, y que no era mala idea ir "poco a poco": "Portugal y España es casi lo mismo", pensó.

Se compró una maleta en El Caballo, y emprendió viaje hacia lo desconocido, hacia el extranjero, hacia Lisboa.

Lo pasó mal. Muy mal. Lisboa no era como Sevilla, "su Sevilla de su alma". Y a los cinco minutos de bajarse del coche, y ver al primer afroportugués, empezó a sentir una morriña asfixiante. "Mi Sevilla de mi alma", "Sevilla tiene un color especial", pensaba una y otra vez.

Despreció sus lugares e infraestructuras. Pensó que La Cartuja estaba mejor estructurada, más accesible, más cuidada, y mejor integrada en el conjunto de la ciudad que el Parque de las Naciones. Pensó que la Catedral de Sé parecía su querida capilla de la Estrella frente a la Catedral de Sevilla. Pensó que el Tranvía Lisboeta era el de los "clicks" frente al maravilloso tranvía de kilómetro y medio de su Sevilla. Pensó que subir hasta lo alto del barrio de Alfama para visitar el Castelo era una ordinariez, visto que no se parecía en lo más mínimo a su Alcazar de su alma. O cómo comparar su Sánchez Pizjuan con el moderno Estadio José Avalade o Estadio Da Luz: "por Dios qué ordinariez", dijo. Nada en Lisboa le pareció lo suficientemente interesante.

No se sintió cómodo en el ambiente diurno. No encontró un "Besamanos" por más que lo buscó. Ni el ABC para leerlo en un banquito de una plaza. Sintió miedo con tanto afroportugués. Y no había "barecitos de tapas" por ningún sitio. Se aburrió.

Tampoco se sintió cómodo en el ambiente nocturno. Por qué nadie hace "botellón", se preguntaba una y otra vez. Por qué estos bares del Barrio Alto son tan chicos y tocan música ruidosa y encima la pincha un tío de pié que parece "una maricona", y encima no entienden lo que es "un cubatita", se preguntaba una y otra vez. Por qué no hay ningún bar de "flamenquito bueno", necesito una fiesta flamenca, de las "güenas güenas" de las que se te "hincha la vena", y se te "destroza la mano" con la guitarra, la caja o la caña, por qué no habrá aquí, se preguntaba una y otra vez. Lo llevaron, como colofón de la noche, al Templo portugués del Tecno: El Lux. Y se quedó dormido en uno de sus sillones de la planta alta, "mareaito por la música"... ni llegó a bajar a la planta baja: "allí sólo veo zombies", dijo.

Y despreció su gastronomía. Le ofrecieron torradas de pao de forma para desayunar y ni las probó: "son para criaturitas de un año" pensó. Y qué decir del galao que le ofrecieron como leche manchada: "coño esto no tiene café", le gritó al afroportugués camarero. Ni probó el bacalao, arroz... sólo "consintió" tomar un filetito de lomo que eso no mata a nadie. "Ojú, ni manzanilla toman aquí", protestó una y otra vez.

A su regreso, besó el suelo de su calle Asunción, y juró a todos los Santos, a su Macarena de su alma y al mismísimo Papa, nunca más volver a alejarse de Sevilla, más allá de Carmona.

A los pocos días, su jefe, y dueño de una famosa heladería sevillana, le propuso asumir la gerencia de la nueva heladería que estaban planeando abrir en Lisboa. Al pobre Borja José, "nada más de imaginarse su vida sin Semana Santa, sin Feria, y sin fiestas flamencas", y después de que pasaran por su cabeza, en un microsegundo, uno tras otro todos los fotogramas mentales de su reciente experiencia lisboeta, le dio un infarto al corazón y falleció en el acto.

Querido Telémaco, no seas nunca, por amor de Dios, un cutre cateto.

El Miniyo del Demiurgo.

7 comentarios:

  1. Querido Miniyo: una pena que Borja José la haya palmado al venir de Lisboa.
    Si todavía no había visitado "Uropa"...
    Me ha quedado la duda de si el nota era del Sevilla o del Betis.
    ¿Le hizo falta un MBA para trabajar en la heladería o le bastó el típico enchufe sevillano?

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  2. Abuelo, era Sevillista... le pegaba ser bético, pero hay más sevillistas que béticos como Borja José... sobre todo los que como yo nos quejamos de Jiménez... el pobre no da más, que más se le puede pedir...

    El "Nota era enchufao"... estaba cantado...

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  3. Miniyo, pedazo de post.
    Borja José descanse en paz. Seguramente lo hayan enterrado a la derecha de la tumba de Paquirri en el cementerio de San Fernando, y las puertas de forja del panteón de su familia, pequeña joya del regionalismo sevillano firmada por Aníbal González, estén a reventar de ramos y coronas de claveles rojos y blancos, con cintas negras donde se pueda leer "tus amigos de la caseta no te olvidan", "la Hermandad del Rocío de Pilas no te olvida" y la primera levantá del palio de su Virgen del Mayor Dolor y Traspaso irá dedicada a su sevillano espíritu, el viernes de Madrugada, antes de atravesar la plaza de San Lorenzo, allí donde, sentado en las sillas de aluminio del Sardinero, entre "servesita" y "servesita", y mientras escupía al suelo huesos de aceituna, Borja José ponía en práctica sus sevillanas maneras para piropear a las flamencas que a mediodía de los días de feria pasaban camino de la calle Torneo para coger el autobús para el Real, vestido con sus pantalones caquis y su chaquetilla cacería, comprados en su Cañete de su alma, donde aún las dependientas recuerdan sus chistes, sus miradas insinuantes, un punto lascivas, cuando acompañado por su santa esposa, aprovechaba cualquier mínimo descuido para seguir haciendo gala de su masculina, galante y apabullante sevillanía ante ellas, sevillanía mascada en cada una de sus plazas, exhibida en cada ocasión festiva, reivindicada con rabia, rebeldía y en voz alta, bien alta, cada vez que la suelas de sus castellanos tuvieron que posarse sobre los bloques de granito de la calle Larios de Málaga, cada vez que sus chanclas se deslizaron sobre la arena de su playa de Regla, siempre con su polo Fred Perry y peinado con su patrico, bien fijados en la nuca sus caracolillos, que su abuela, sevillana de la calle san Vicente, le peinaba todos los días antes de salir con la cartera al hombro camino de su colegio Portaceli, allí donde se reuniría con sus colegas de toda la vida, el Cabesa, el Canijo, y el Orejas, todos los días, uno y otro, atravesando el centro de Sevilla, pensando lo grande que era, que no hacía falta más mundo, que el universo acababa donde se dejaba de ver la silueta del Giraldillo, donde en marzo ya no olía a azahar.
    El pobre Borja José llegó al cielo, pidió un botellín en el bar, y al ver que no era de Cruzcampo, sino de San Miguel, se volvió a amargar: "Cagondiós. fijo que el San Pedro éste es de Graná"...

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  4. Plax tu comentario tiene categoría de post...

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  5. Miniyo, es que has puesto el listón por las nubes...espero con ganas el volumen II de los cuentos a Telémaco...

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  6. Sublime,

    Para Borja, la Tierra no es plana, como nos enseñana en esos EXMBA donde al final acabamos aplicando la OWA, sino que es pequeñita y tiene forma de hueso de aceituna.

    Busco a Borja por la noche y lo veo en el Groucho, pero poco, porque cada vez hay menos flamenquito y los tirantes de las niñas de la barra ya no enseñán como antes, así que se va a los bares de flamenquito de la calle Betis, después de tomarse un buen Gin Tonic, eso si, señorial, en el Labradores o el Náutico.

    Y lo busco en el Rayas, pero no está ahí, porque está intentando engatusar a alguna niña pijilla con el pajarito del mosaico de S.Pedro, intentando robarle algún beso, o mejor, un paseito por la Maestranza y el Capote.

    Lo veo en el AVE, yendo a Córdoba ojo, que a Madrid le cuesta, hablando bien alto de ganaderías, caballos y fincas heredadas de tiempos pretéritos, de land rovers grandes y gordos...bien fuerte, para que se enteren los vagones 1 al 4 que en Sevilla hay genta con pasta (o lo parece) y que la mueve por la regíon, de patilla a patilla.

    Y Borja está indignado por las catenarias que la modernidad han traido a la Carrera Oficial, o porque han semabrado un champiñón de progreso en la Encarnación, en vez de dejar el mercado como estaba. Coño, se dice Borja, si hasta quieren que una mujer y de Irak!!! haga una biblioteca en el Prado....para´que???? le chirría todo!!! la mujer, Irak y por supuesto..la biblioteca!!!, al menos pondrán allí la hemeroteca del ABS, digo ABC, se dice él.

    Porque encima que le van a peatonalizar Asunción, después del disgusto que le costó las progresivas peatonalizaciones de Tetuan y Constitución...joder...ahora encima le tocan los Remedios..su barrio, la zona que tendría que quedar intocable por los siglos de los siglos, que ya en su época fue fruto del desarrollo..no hace falta avanzar más.

    Cuando los extraterrestrees vengan dentro de 5000 años, como en IA (empezada por Kubrick, malograda por Spielberg), y empiecen a escarbar en los glaciares y el suelo, en busca de lo que pasó en este planeta, para investigar sus orígenes, sus especies...encontrarán a Borja, congelado, en la parte de atrás de una carreta quizás, con floripondios, con una copa de fino y una caña flamenca, sonrisa en boca y un trozo de jamón entre los dientes...feliz. La glaciación le pilló, él no se adaptó, pero vivió y murió feliz y consecuente a sus actos.

    Borja José, rest in peace.

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  7. Propondría que el AMPA de todos los Colegios de Sevilla obligara a que todos los adolescentes sevillanos de entre 14 y 18 años visitaran obligatoriamente Lisboa durante una estancia mínima de 1 mes... y a los más sevillanitos los metería en el Lux una semana completa visionando una y otra vez sesiones video tecno al estilo del video del lavado de cerebro que le enchufan a Karl, el novio de Alex en la tercera temporada de Lost...

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