viernes, 12 de marzo de 2010

Cuentos a Telémaco Vol.II: "Florentino"

Con todos mis respetos, querido Miniyo, es mi deseo que añadas este cuento a la colección para leer a Telémaco, y que su pequeño cerebro extraiga las enseñanzas de las que el protagonista del mismo fue privado en su niñez. Así comienza.....

Florentino era un niño bueno de provincias en la España de los cincuenta. Feliz porque no le faltaba de nada, y muy estudioso. Con su profesor particular repasaba por las tardes todo lo que el Padre Agustín de los Escolapios le había enseñado esa misma mañana. Andaban todos tan preocupados de su saber científico, que nadie cayó en contarle cuentos por las noches, ni tampoco nadie pensó que el saber popular fuera a serle útil a un niño tan aplicado, así que creció sin saber lo que eran las fábulas y sus moralejas, o el porqué de un refrán.

Ya de mayor empezó a dirigir sus empresas con bastante éxito, ya sea por el método OWA o porque completó sus estudios con algún que otro MBA. Pero seguía desconociendo las sabías enseñanzas que cuentan las madres y abuelas en la niñez.

Para celebrar la llegada del siglo XXI, aburrido de tanto éxito empresarial, y viendo que bien pegadito al poder, lo ocupe quien ocupe, todo suele salir bien, se le ocurrió apostar en un juego de azar, el fútbol.

Se fijó en el club poderoso de la capital del reino, el Real de Madrid, cuya corte de pelotas, bufones y buitres periodísticos era inmensa. Y como era listo, planeó bien el asalto a su presidencia, ofreciendo como recompensa a la afición, si llegaba al poder, a la mejor arma del mayor de sus contrarios, un mercenario portugués experto en arroz caldoso.


Y claro, el pueblo lo votó y lo encumbró. Empezó a aplicar todo lo que le había servido en su vida empresarial, básicamente comprar medios y voluntades, y le fue muy bien, porque este tipo de prácticas en el mundo del fútbol son como el champán recién abierto.

El verano siguiente compró, por el bajuno método de llenar de imaginarios ceros a la derecha la mente del objetivo a perseguir, a un francés muy bueno y leñero, pero que no cantaba la Marsellesa cuando jugaba con su selección (con eso se define el tipo). Y al año siguiente le tocó el turno, a un brasileño redondito y caprichoso, capaz de lo mejor con el viento a favor, pero que si las cosas van mal, llama a dos “travelos” para que vayan a su casa a consolarle.




La cosa fue bien los primeros años. Compraba por diez o cien veces su valor los jugadores que un club del sur del país había ido criando o descubriendo. El dinero no era problema porque siempre había una ciudad deportiva que recalificar con la ayuda del ocupante de la Moncloa con asiento reservado en el palco los días de partido. Fútbol y pelotazo: así se convirtió en el empresario símbolo de una época.

Pero el sistema empezó a resquebrajarse, por culpa de los egos y ambiciones de los jugadores, por las diferentes pandillas según nacionalidad en el vestuario, pero sobre todo porque tras ganar la Copa de Europa en el 2002, no llegaron más títulos importantes.

Ya en tiempos de bonanza, planeó celebrar la final de la Copa del Rey de 2002 en su estadio para celebrar los cien años del club. Le faltó entregarse el trofeo a sí mismo antes de empezar el partido. Y en estas, y en sólo diez o quince minutos, el predestinado a ser subcampeón, el Depor, le metió dos golitos, y se llevó la copa, en lo que desde entonces fue conocido como “El Centenariazo”.


Todo estalló definitivamente allá por febrero del 2006, cuando el equipo perdía en Mallorca, y dos de sus estrellas se partían de risa comiendo pipas en el banquillo. Florentino comprobó que el dominio de unos niños maleducados, egoístas, que iban a todos los sitios sin pagar, y con pibones a sus pies sólo por dedicarse a darle patadas al balón, era imposible, y que aquéllos eran más caprichosos cuanto más y mejor se les pagaba.

Así que se fue a su casa y sus empresas enormemente decepcionado.


Su mayor rival deportivo y el equipo pobre del sur, al que le había ido arrebatando a golpe de chequera lo que se le antojaba cada verano, consiguieron la gloria en los tres años siguientes, mientras su Real de Madrid seguía sin levantar cabeza por muchos presidentes, entrenadores y jugadores que pasaban por allí.

De nuevo, debido a la “morriña” del poder, se postuló como salvador del club, contó con la ayuda del periódico símbolo del nacional-madridismo que se encargó de echar al presidente electo, y ganó las elecciones a las que se presentó como único candidato (¿para qué se iba a presentar otro?) en 2009.


Pero en vez de reflexionar sobre los errores pasados, propuso los mismos principios que en su primer desembarco, pero multiplicado por cinco. Si en el año 2000 pago por el mercenario portugués 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros), en el 2009 se gastó 300 millones.

Eligió esta vez a otro portugués como símbolo de su proyecto. Pero este era más chulo, más niñato, más leñero, y peor que el que le quitó al Barcelona. Eso sí, más guapo y más mediático.


Y como el mundo es cíclico y todo lo que empieza igual está destinado a repetirse pero a mayor velocidad gracias a la inercia, no tardó ni dos meses en conocer la primera de sus decepciones: lo eliminó de la Copa del Rey un equipo de Segunda B que le metió cuatro.

Volvió a planear una final en su estadio, esta vez la de la más alta competición europea, La Champions League, para mayo de 2010. Los jugadores se hicieron fotos con la copa, presentaron el balón de la final, posaron junto a “Espe” con las entradas, y toda la prensa pelota y rastrera se andaba devanado los (pocos) sesos en buscarle un rival para ese día.

Pues nada: a la primera de cambio llegó un equipo francés y los manda a tomar por culo. Perdona Telémaco mi lenguaje.

Te cuento: les tocó en suerte el equipo de una ciudad en la que yo pasé un año de mi juventud (se supone que este cuento se lo estás leyendo tú, querido Miniyo) cuando por allí jugaba un joven Kanouté y un niño veloz llamado Ludovic (Giuly), que años después darían gloria precisamente a los clubes ya aparecidos en el cuento. Para que veas lo chico que es el mundo.


Jugaron allí convencidos de que eran tan buenos como la SERvil prensa que los rodea les había dicho que eran, y de que era el partido nº 6 antes de la final planificada. Y perdieron 1-0, y gracias a que tienen un gran portero, que curiosamente no ficharon de ningún sitio.

Pero daba igual, la prensa se volvió a encargar de preparar el ambiente para la remontada, con los típicos tópicos de siempre: “miedo escénico”, “espíritu Juanito”, “ADN europeo”,... Pero también desprestigiando al rival, y volviendo a afirmar, como ya lo hicieron un año antes con el Liverpool que remontaría con un 3-0.

El partido acabó 1-1, y el Real de Madrid de Florentino quedó eliminado. La prensa, otra vez, ya se está encargando de ocultar la realidad de un equipo, que no es equipo, achacándolo todo a una supuesta “maldición de los octavos”.

Y por ahora este es el fin de la historia, que tiende a ser como “el cuento de la buena pipa”, y repetirse una y otra vez, porque todas las enseñanzas que se pudieron extraer de ella se perdieron “como lágrimas en la lluvia”.

¡Qué distinta hubiera sido tu vida Florentino si, como a Telémaco te hubieran leído de niño el cuento de “La lechera”, y tu padre te hubiera explicado refranes como “no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo”, “el hombre es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra”, “no todo se compra con dinero”,...!

7 comentarios:

  1. Abuelo... brutal... el argumento, el fotoreportaje, la secuencia, el ritmo, los ejemplos, la moraleja, los refranes... brutal... eres un fenómeno, que pena que escribas cada dos meses Abuelo... con más posts tuyos, yo tendría menos espacio para mis tonterías y disfrutaríamos más: eres un crack.

    Ten por seguro que este cuento va para Telémaco, a quien intento contar uno cada noche, y poner todo lo que esté en mi mano para que acabe como los desalmados a los que no se los cuentan...

    Un beso Abuelete.

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  2. Para que no acabe... para que no acabe...

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  3. Abuelo eres un fenómeno. Como en el fútbol, esperas a coger el balón, a veces lo pasas sin más, das una pequeña carrera y lo sueltas, y de vez en cuando, cuando te ilumina yo qué sé qué divinidad del Olimpo, te sacas una jugada estilo la del Barrilete Cósmico...
    Este post es el equivalente a esa jugada en el universo blogging.
    Eres un monstruo Abuelo. Espero el volumen III: "Manolito Ruiz y la línea marrón", y el volumen IV: "José María, el pequeño facha", y que esto adquiera tintes de trilogía..
    Un abrazo Abuelo.

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  4. Muy bueno, qué grandes analogías con Kanouté y Giuly (aunque este viniera del Monaco..que por cierto también le eliminó durante su mandato).

    Me voy a apuntar aportar un cuento para Telémaco...quedará para la posteridad con toda la serie y lo leeremos juntos en noches de fogata y cumpleaños de postín como el sábado.

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  5. Tirano: con todos mis respetos, fichó por el Barça en 2004 jugando en el Mónaco. Pero en el 98 estuvo en el Lyon, con Kanoute, y con Miniyo en la ciudad.
    Te propongo Tirano que refieras tu cuento al gran representante del empresariado D. Gerardo Díaz Ferrán.

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  6. Queridos contribuyentes y seguidores de este blog, llevo 3 horas sin parar de reirme intentando ponerme al día de vuestros comentarios desde el pasado mes de enero.

    Aunque veo que sois todos un poco rojillos y nuestros pensamientos están a años luz, sois mis amigos y soy capaz de hasta perdonaros. Prometo estar más al día de vuestros comentarios y hasta me atreveré algún día a poner alguna entrada.

    Un abrazo a todos.

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  7. Los viajes me están dejando atrás en la linea temporal

    Llevo Jet Lag

    Puede ser esto un sueño¿¿??

    Juanjo?

    quizás un avatar escribiendo por él?

    quizás un proceso demon de esos que se daban en la carrera en computadore y que no teniamos ni puta idea de cómo pero controlaban procesos??

    algún demon con el nombre Juanjo??

    voy a seguir investigando

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