miércoles, 27 de junio de 2012

Francia: la ternera, lo normal y lo corriente

Queridos amigos,

Disculpad que os moleste con un nuevo post flipado. Deformación profesional…y como diría el Farruco, “demasiada pasión por lo suyo”…

Hacer un viaje planeado desde hace tiempo, en estas circunstancias, siempre es una liberación. Si además ese viaje no es a la parte “PIGS” de Europa, sino a la parte de la “ternera lechal”, pues se convierte en una motivación extra…un mundo que se ve activo, todavía optimista a pesar de la que cae en todos lados, vibrante y energizado…

Entre las muchas cosas que se cargan en el equipaje, son las ideas que siempre rondan en la cabeza de uno, las que tienen que ver con la arquitectura, las que pueden coger más fuerza a partir del contacto directo con la ciudad, sólo paseando, o con las visitas a edificios que sabes que tienen algo que decirte y has ido apuntando a lo largo de años pacientemente en la agenda.

Entre los que tenía apuntados desde hace tiempo estaba el Palais de Tokyo. Un edificio de los años 30, destinado a exposiciones de arte contemporáneo, que fue transformado hace ya 11 años por la pareja de arquitectos que ya os presenté hace tiempo en el post La lección postSan Telmo, o la belleza de la inacción, Lacaton y Vassal, monstruos impulsores desde hace dos décadas de la economía de medios como opción estética pobre, frente a las “bazofias nikeizadas” del mundo de la arquitectura representadas por la pandilla basura de la inefable Zaha Hadid (la de la biblioteca del Prado, “Sara Jadí” según el Farruco), el demente Peter Eisenman (el de la ciudad de la cultura de Santiago de Compostela), y el vomitivo Santiago Calatrava (al que por sus obras conoceréis).

Hace 11 años, cuando los arquitectos del mundo mundial tiraban fuegos artificiales celebrando la demencia de políticos metidos a faraones, esta pareja de arquitectos optó por coger el Palais de Tokyo y despojarlo de todo aquello que cabía considerar innoble; básicamente los revestimientos de escayola con los que la arquitectura de ese tiempo se vestía de forma exhibicionista y banal. Falsos techos y recubrimientos de pilares fueron demolidos, las piedras nobles de suelos y escaleras, mantenidas, y la opción de dejar la estructura completamente descarnada, desnuda y vista, fue celebrada internacionalmente, aunque no del todo comprendida por los críticos, que la llegaron a tachar de boutade, o gesto arquitectónico freak.

Visité el Palais de Tokyo en 2006, y flipé. Cuando supe hace un par de semanas de la inauguración de la ampliación que los mismos arquitectos han hecho sobre el mismo edificio en Abril de este año, inmediatamente el Palais de Tokyo fue a la lista.


A todos aquellos que lo hayáis visitado o lo visitéis, os podrá resultar chocante encontraros en un edificio que parece prácticamente en ruinas, en base a la continuación de la misma operación de despojamiento que los arquitectos hicieron en su día. Las nuevas salas, situadas en las alas Sur y Oeste del edificio, solamente han visto cómo desaparecen sus revestimientos, se construyen tabiques de pladur, normales y corrientes en los que se cuelgan las obras, y se colocan instalaciones normales y corrientes, que soportan el funcionamiento normal y corriente de un espacio destinado a la exhibición de arte.

Siendo esta manera de hacer las cosas completamente coherente con el sitio, lo realmente sorprendente llega cuando la ampliación del edificio se completa no hacia arriba, sino hacia abajo, y de repente, nos vemos atravesando la cimentación del edificio como nuevo espacio expositivo. La operación de excavar completamente el sótano, dejando visto todo aquello que generalmente está oculto, como si los visitantes fuésemos hormigas bajo tierra o mirones que nos asomamos bajo las faldas del edificio, resulta, como dirían mis amigos argentinos, completamente subyugante…


Como subyugante es ver la nueva escalera principal del edificio, que resulta de la demolición de parte de la estructura preexistente, en las antípodas de una escalera monumental al uso, casi un andamiaje de obra que recuerda lo precario del ejercicio de la arquitectura en estos tiempos estrechos, incluso para los que en Europa siguen comiendo ternera.


Por eso, no puedo sino alegrarme de haber podido ir y ver cómo en la arquitectura, pueden seguir haciéndose cosas con ingenio. Cómo existe un país en el que un presidente tan cazurro como Sarkozy se deja aconsejar para encargar la que es la obra estrella de su mandato a estos dos arquitectos, que no consiguen sino ser extraordinarios a fuerza de ser normales y corrientes. Obra estrella de la presidencia de Sarko que, recuerdo, han conseguido construir por la sexta parte de lo que han costado las setas…ahí queda eso, amigo Jürgen, ahí queda eso, amigo Menteserrín.

Lacaton, Vassal, Francia, solomillo de Europa, gracias por seguir haciéndome creer en la capacidad de transformar la realidad que tiene la arquitectura. Desde este post flipado, os manifiesto todos mis respetos…

3 comentarios:

  1. Sin duda el edifcio tiene la belleza de lo auténtico, sin revestimiento alguno.
    Iré a la Feria de Sevilla el año que dejen que la portada sean los tubos que la componen, sin catetada alguna que forre el acero.
    Este edificio sería inejecutable en España sin el peso de la ley que te obliga a cumplir el Código Técnico, con innumerables capas que hacen aumentar el espesor del muro de hormigón hasta los 40 cm, el falso techo con comportamiento intumescente, o la escalera compartimentada en sectores de incendio con sus vestíbulos previos y sus bellas puertas cortafuegos.
    Yo nunca he soportado a los arquitectos faraónicos esos que nombras, por lo que tengo pensado organizar un botellón en el Prado la noche antes de que tiren el cacho ese de biblioteca estúpida que hicieron.
    Todavía tengo la esperanza de que Merkel nos intervenga y los inspectores de negro ordenen volar la Torre Pelli. Aunque sólo se por eso, celebraré convertirnos en un land alemán más, hermanado con Rostock o Dresde (mejor que con Baviera o Hesse).
    Quizás algún día, y es mi esperanza, en el fútbol, como en la arquitectura, llegue el fin de la época faraónica, y los CR7 y otras estrellitas "couché" sean reemplazadas por nuevas generaciones de Tato Abadía, Calderé, Ruda y Kukleta.
    Pero Pla, lo siento, yo ante la visión de un edificio me emociono tan poco como viendo tíos por la calle, por muy guapos que pueda ver que sean. No son como el movimiento de caderas de una tía, que mi radar lo detecta desde la distancia. No es mi pasión.
    Un abrazo:
    Dein Pablo

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  2. Como profano en la materia no tengo absolutamente nada que comentar.
    Como ciudadano, pienso que la arquitectura, lejos de mejorar la vida de los ciudadanos, se ha convertido en una suerte de lujo generalmente desarrollada por narcicistas que se han alejado de la realidad y de las necesidades de aquellos que financian.
    Me cuesta ver últimamente pocas inversiones públicas o privadas en arquitectura que hayan contribuido a algo más que ser una escultura urbana de ladrillos... Y las esculturas normalmente sirven para poco y cuestan más de lo que valen.

    Visión de profano.

    Un abrazo.

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    1. Tienes algo de razón, querido Miniurgo. En los planeamientos urbanos deberían sustituir en muchos casos la denominación de SIPS en las parcelas por la de "mojón a precio de oro".
      Pero bueno, la crisis va a acabar con esto y pasarán a ser parcelas "con 1m de matojo".

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