Bofetadas a los políticos

Quería comentar con vosotros dos noticias conocidas en los últimos días, y qué quereis que os diga, pero a mí me han reconciliado un poco con el sistema de división de poderes establecido en España.

También me han transmitido la seguridad de que a pesar de su lentitud, vivimos en un Estado de Derecho, y nos queda algo de protección ante los caprichos de cualquier dirigente que crea que los votos le dan potestad para hacer lo que le da la gana por encima incluso de los derechos fundamentales del ciudadano.

Bueno, a lo que voy. Para que no parezca que quiero atacar a algún partido en concreto, cada caso afecta a uno de los dos partidos principales.

1. Bofetón del Tribunal Constitucional a Griñán: por querer apropiarse de la gestión completa y exclusiva del Guadalquivir por el hecho de que por Andalucía discurra el 97% de su recorrido y saltándose por toda la cara un artículo de la Constitución (el nº 149, creo).

Y meto en el saco del bofeteo al resto de partidos que apoyaron un nuevo Estatuto inútil cuya única finalidad es la de acaparar competencias para crear más y más burocracia en la que colar amigos y pagar favores.

Según tengo enendido, el Partido Andalucista, cuando aún existía, propuso a Chaves que le pidiera al Estado las transferencias de las políticas relacionadas con la cuenca del Guadalquivir, y éste les dijo que era imposible porque era anticonstitucional. Pasados unos años, y como no se puede ser menos que Cataluña, se quiere impulsar un nuevo estatuto, lleno de obviedades que ya estaban en el otro y en la propia constitución española, y se quiere ser más listo que nadie.

Pues "¡zas! en toda la cara". Y más me alegro de que el recurso lo promoviera personalmente Rodríguez Ibarra. Para que no digan "ay, ay, que la derecha le tiene manía a Andalucía".

2. Bofetón del TSJM a Gallardón: por privatizar la gestión administrativa de la concesión de licencias de actividad en Madrid.

Como algunos funcionarios del ayuntamiento se llevaban comisiones según las licencias se concedieran más o menos rápido (el recordado caso Guateque), el alcalde (y la Botella) se inventa un sistema (a través de una ordenanza aprobada por el rodillo de la mayoría absoluta) por el que la gestión de las licencias de apertura de toda la ciudad de Madrid queda en manos de tan sólo de unas pocas empresas privadas. Empresas de amigos, claro.

Lo bueno de esto es que la denuncia de anticonstitucionalidad la puso la propia Comunidad de Madrid.

En resumen, a mí me importa poco quién va a gestionar el cauce del Guadalquivir, con tal de que lo haga bien (aunque reconozco que me fio más de un funcionario independiente de Madrid, lo cual acabé de entender en un gran capítulo de Rubicón), o cómo se tramitan las licencias de apertura en Madrid. Pero que me da mucha alegría que a un tío de estos que se cree que nadie le puede toser en su reino de Taifas, venga un tribunal y le desmonte su tinglado. Ya, el día que ordenen demoler la biblioteca del Prado, descorcharé una botella de champán.

Caso aparte, y que no he querido relacionar con los anteriores, es el de Otegui. Tío al que podeis poner todos los adjetivos que querais, y que yo compartiré. De ahí a condenarlo a un año de prisión por injuriar con el Rey, cuando en verdad de lo que se trataba era de intentar imponer algún castigo ejemplar para parecer que se era muy duro con ETA, mientras por detrás se negociaba, va un trecho.

Ha tenido que llegar el Tribunal de Derechos Humanos para llamar la atención a España, y encima el exceso de autoridad va a hacer que le tengamos que dar al nota este 20.000 E.