Quiero proponer con esta serie que compartamos experiencias esperpénticas que hayamos vivido que nos ayuden a comprender mejor la naturaleza de un PoNi...
Feria de Sevilla de hace muchos años. Parada de Taxis del Hotel Los Lebreros, alrededor de las nueve de la noche.
Enchaquetado como manda el sevillanismo puro, para acudir engalanado a la urbe imaginaria de albero y polvo, espero a que llegue un taxi. Minutos y minutos esperando. No llega ninguno. "La Feria es un infierno", "me cago en su puta madre", "Sevilla es una mierda", "los taxistas nos chulean"... son las ideas que sucesivamente y de forma cíclica ocupan mis sinápsis.
Llega un taxi, pero súbitamente y de la nada surgen dos tías que me lo quitan. "Cóño, de dónde han salido?" me pregunto. Lo pierdo sin tiempo ni a adelantarme, ni a tan siquiera verificar si al menos las tías estaban buenas.
Llega otro taxi, pero súbitamente y también de la nada, surge un grupo de canis vestidos en chandal que me lo quitan. "Putos canis", pienso sin atreverme a decirles nada.
Llega un tercero, y me digo "este no se me escapa". Pero de repente de la nada, surge un grupo de abueletes, tan engalanados como yo, que a ritmo de tortuga se acercan hasta el taxi, y como en la escena de la carrera de "Carros de Fuego" y con la misma y extraordinaria banda sonora, nos acercamos hasta el taxi... siendo el abuelete el que logra abrir la puerta. Ante lo cual, presa de la ira, y sin razonar, le espeto: "Usted es un mamón!". Mis sinápsis debieron pensar que al anteponer el usted al insulto, no se perdía la corrección en la forma.
Me quedé unos segundos bloqueado intentando asimilar lo que acababa de salir por mi boca casi sin transitar por mis sinápsis. Lo mismo le sucedió al abuelete. El taxista desde dentro se preguntaría "qué coño pasa ahí fuera?". El abuelete mira a la señora de su izquierda, para testar el nivel de honra que medía su sevillana hembra y me mira a mí después, y casi tartamudeando me replica, cogiéndome de la solapa:
"Entiendo que lo que usted acaba de decir es fruto del estado de excitación mental hacia el que entiendo se dirige, y por ello no se lo tomaré en cuenta. Pero sí debo decirle que usted es un gilipollas".
Se montó en el taxi y me lo quitó.
"Al menos no me ha pegado", pensé. Y decidí irme andando, reflexionando sobre la vida, sobre las tías, sobre los exámenes del siguiente trimestre y sobre todo, sobre lo que había sucedido aquella noche, sin que aún hoy haya logrado alcanzar conclusiones claras, más allá que es evidente que soy un PoNi.
Miniurgo.
Querido Miniurgo:
ResponderEliminarLa conclusión es que el nota te gano la batalla. Probablemente porque te faltón entereza tras habe soltado la frase.
Efectivamente, eres un PoNi. Tu destino era irte andando a la Feria.
A otros, en esas caminatas, hasta nos han chorado, algo también muy de PoNi. O sea, que date por contento.
Abrazo