viernes, 6 de diciembre de 2013

Sevilla anestesiada

Hace algunos años se desató una polémica en nuestra mariana ciudad acerca de la construcción del proyecto "La piel sensible". Una propuesta por modernizar la circulación, la pavimentación y el mobiliario público del entorno de la plaza del (tecnotronic) Salvador, plaza del Pan y plaza de La Alfalfa, que por así decirlo, "barcelonizó" uno de los enclaves sagrados de nuestro centro histórico.

La polémica, afortunadamente, se resolvió con la realización del proyecto, que hizo que de las tres plazas desaparecieran los coches y adquirieran un nivel de urbanidad que ni siquiera imaginábamos en el corazón de La Complaciente. A partir de ahí, se completaría una serie de peatonalizaciones que la gente que nos visita después de haber estado fuera de Sevilla varios años saluda por su éxito, por haber hecho la ciudad más amable.

En el momento de acabarse, fui crítico con la manera en que la piel sensible había sido construida. Me daba la impresión de que algunos detalles no eran demasiado durables para su uso en el espacio público, pero en general me pareció que la actitud del proyecto hacia la ciudad había sido respetuosa, y que en un balance general, había aportado valor y calidad.

La cuestión del mobiliario, farolas y bancos no era menor para mí. Aunque también pensé que los diseños que se colocaron podrían haber sido mejores. Pero defendiendo una imagen actualizada de la ciudad, me parecía que esa parte más visible constituía un manifiesto de lo que se podía hacer para renovar las estampas de cateto tipismo que se asociaban al centro. Por el simple hecho de que estuvieran, aunque no fueran los bancos más modernos y las farolas más rompedoras, significaban para mi que otra Sevilla era posible.

Todo eso lo digo como arquitecto, y por interesarme la cuestión del patrimonio. Sin embargo, para criticar la chorrada de quitar los bancos y las farolas de la plaza del Pan, con el objetivo de cambiarlos por otros de "diseño adecuado", no me hace falta especialización alguna, sino sólo el hecho de pagar mis impuestos aquí y ser ciudadano. Lo que me indigna ya no es la cuestión de la falta de diseño y la pésima ejecución de lo que ahora se está haciendo (mirad las "pellaítas" de cemento bajo los bancos para nivelar, a ver cuánto duran), sino que nos consideren imbéciles indiferentes ante el gasto innecesario.

El día que aprendamos de los franceses la máxima que allí se aplica, "la obra pública no se demuele", otro gallo nos cantará. Mientras tanto, seguiremos siendo tanto víctimas de impresentables como el Zoidote que nos gobierna, como también rehenes de nuestro silencio. Podríamos tener la piel más o menos sensible, pero por lo que se ve, nuestros cerebros siguen anestesiados.

4 comentarios:

  1. Querido Plax, si llego a verlo en directo me desmayo...

    Debatir sobre cuestiones estéticas me resulta complicado. Con el tiempo he interiorizado que sólo se puede debatir sobre aspectos objetivos soportados por datos. Y desde esta perspectiva debatir sobre aspectos estéticos me parece estéril porque puede haber tantas opiniones como personas debatiendo, sin que objetivamente ninguna esté equivocada.


    Por ello, prefiero no entrar en si la plaza del Pan era o no bonita que para mi lo era y aplaudí ese avance coherente con la propia evolución artística que Sevilla siempre tuvo, con la Giralda como paradigma más visible de la cohabitación de estilos evolucionados.

    Pero sí quiero entrar en que me produce mucha pena que como hicieron los bárbaros a su llegada a las ciudades romanas, se haya destruido una obra que gustara o no, era una manifestación artística que debería haber trascendido a los gustos del regidor de turno. Acciones como ésta hicieron en el medievo que Europa perdiera la mayor parte de su patrimonio. Y exactamente eso es lo que ha hecho Zoidete con su acto vandálico en la plaza del Pan: destruir como los bárbaros parte de nuestro patrimonio.

    Menteserrín no pasará a la historia como el regidor más brillante de esta ciudad, pero si reflexionamos objetivamente sobre la Sevilla que se encontró y la que dejó, la historia le reconocerá como el regidor que logró una mayor transformación de esta ciudad... La plaza del Pan, La Alameda, Los Champiñones, el carril bici, el tranvía, las peatonalizaciones del Centro y Los Remedios... Acertados o no estéticamente, lo posicionan como un regidor preocado por su ego pero también por la transformación de la ciudad en beneficio de sus habitantes... Si Zoidete quiere trascender actuando como los bárbaros, el tiempo lo posicionará como lo que es: un bárbaro con educación conservadora e inteligencia medieva... Elegido democráticamente con amplia mayoría para hacer lo que le dé la gana sin preguntarle a nadie...

    Que ponga esos banquitos en el jardín de su chalé... Y devuelva a su sitio los originales...

    Con todos mis respetos...

    ResponderEliminar
  2. Zoidote esta semana ha escenificado el paradigma de la Sevilla ransia e inmovil que tenemos. Ese resquemor interno de somos la ciudad más grande del mundo, qué mas da lo que pase alrededor....

    Como el Pompidou se va a Malaga va y salta diciendo que "otras ciudades jamás tendrán lo que tiene Sevilla". Y se queda tan ancho, sentado en un 33% de paro, en infrastructuras pírricas, en un tejido comercial de pais bananero y eso si....las remodelaciones emblemáticas de los led en San Jacinto, el mural ese del márgen del Guadalquivir en Triana y los banquitos estos.

    Vete a tu casa ya...Sevilla tiene lo que no tiene ninguna otra, que de tanto mirarse el ombligo nunca mirará para delante. Qué pena.

    ResponderEliminar
  3. Suscribo los dos comentarios...totalmente de acuerdo

    ResponderEliminar
  4. Pero es que Sevilla es realmente muy "zoidona"...

    ResponderEliminar