Queridos amigos:
He vuelto de hacer unos mandaos por el centro y me he encontrado de nuevo con otra sorpresa en nuestra catetilla ciudad...Imagino que algunos de vosotros discreparéis conmigo ante lo que estoy a punto de defender. Pues allá voy, me tiro y espero con deportividad vuestras réplicas...
Allá por finales de los años 50, se procedió a introducir en Sevilla algunas muestras de lo que el urbanismo moderno quería para las ciudades históricas. Ideas que, desde unos preceptos higienistas y funcionales, buscaban poner cierto orden en una ciudad que vivía todavía en la resaca de la arquitectura regionalista de la Expo del 29, con su paradigma de la Plaza de España, que sin lugar a dudas, fueron las setas de principios del siglo XX...
Pues bien, queramos o no, esa apuesta que se hizo hace cincuenta años por transformar el centro histórico de la ciudad, con sus errores y con sus aciertos, forma parte de la historia de Sevilla, que en episodios como en la calle Imagen, o en la plaza de la Concordia, intentaba mostrarse moderna...valga el ejemplo del edificio de la antigua comisaría de policía de la Gavidia, para darnos cuenta que hubo un momento que la arquitectura de nuestro país parecía que se acercaba a lo que se hacía en Copenhague o en Nueva York...
Pues ahí tenemos a la comisaría de la Gavidia cayéndose a cachos. Y se podrá argumentar que para que apareciera Copenhague en Sevilla se arrasó con el Duque: sí, tiraron el edificio del palacio de Sánchez Dalp, una obra de Simón Barris de inicios del siglo XX que se ha dicho que si era un patrimonio excepcional para los sevillanos, que si ha sido un hito en la historia de la destrucción de esta ciudad...pues con todos mis respetos, sería patrimonio de los Sánchez Dalp, pero el palacio a mí me parecía un edificio del montón.
En la renovación que se produjo, el Corte Inglés tomó un protagonismo indiscutible en la historia de la ciudad, como nuevo corazón comercial del centro en la plaza del Duque, al que se añadió un edificio en el arranque de la calle Alfonso XII, bastante anónimo, que fue inicialmente un Simago, luego fue un Marks&Spencer, y posteriormente, un Sfera...
A lo que voy: la fachada anónima de ese edificio en la plaza del Duque pasaba desapercibida. Neutra, haciendo un juego de trenzados con el revestimiento para hacer lo que era: un contenedor cerrado, un gran almacén de la época. Un edificio al que la gente va a comprar, no a mirar por la ventana. Nada más y nada menos. Os reconozco que tras la penosa reforma que le hizo el Corte Inglés hace unos años, el edificio no tenía nada más valioso que la fachada...
Pero van y nos cascan esta perla...en la que imagino que se verá identificada la Sevilla de las personas...de las personas catetas...
Y aquí tenemos el timo. Porque al final, por vacilonas que sean, las setas son sólo una cortina de humo para ocultar esto: el proceso de negación de la ciudad de los años 50 y 60, de negación de todo lo que sea moderno de verdad, de todo lo que realmente suponga una discordancia, para terminar vendiéndonos lo que quieren todos los Yoshuas con sus omaítas, los Borjamaris con sus babuchas, es decir, las fuerzas vivas de esta ciudad...otro pastelito de Ochoa, de crema con molduritas blancas...
No nos debe extrañar. Al fin y al cabo, esta es la ciudad cuyo Ayuntamiento hizo el año pasado el cartel de la Duquesa...imagino que cuando ahora acaben el edificio, la llevarán a la inauguración y la sacarán al balcón con Isidoro Álvarez, a que salude vestida con una faldita de lentejuelas y un top ligerito del Sfera...modenna, modenna...
Porque, entendámonos: aunque la duquesa se vista de Sfera, duquesa se queda...y visto lo visto, aunque Sevilla se vista de setas, cateta se queda...
Con todos mis respetos,
Abrazos
Plax
Pues sí, querido Plax. Bajo la mentalidad progresista de las setas sigue quedando mucha moldura. Pero no creo que sea por convencimiento, sino por falta de reflexión que dé con otra idea mejor en la cabeza del que lo plantea.
ResponderEliminarYo creo que en Sevilla hasta el PSOE tiene toques de rancio. Bueno, es que para personaje rancio, el Torrijos. Sacado directamente del "Amar en tiempos revueltos".
Me ha hecho gracia tu reflexión sobre el Palacio Sánchez-Dalp. Por lo visto allí se perdía más aceite que en la furgoneta de Locomía.
Abrazo, y gracias por tus lecciones de arquitectura. Yo aprendo todo lo que no me enseñaron (o yo no pillé) en la ETSA.
Esta Semana Santa me he acordado mucho de vosotros. He tenido la oportunidad de pasar en un par de ocasiones por las famosas setas y el comentario generalizado que escuchaba por allí era el mismo...."tampoco están tan mal, aunque el sitio quizás no era el más idóneo".
ResponderEliminarLo que más gracia me ha hecho es la cola que había el Jueves Santo de gente vestida de mantilla inmortalizando tan magno momento junto a las setas (tradición y vanguardia fusionados en el sentir popular).
En unos meses estoy convencido de que todo el mundo (el pueblo en general, nosotros seguiremos dando caña) se habrá olvidado de las críticas que en su día hicieron al "monumento" para añadirlo al repertorio de "esto es lo más grande"
Palabra de honor que estoy aburrida de pasar por la Plaza del Duque y ni me había percatado de la nueva "adquisición"...por eso mismo (que conste que no la defiendo) no me parece ni bien ni mal, es un edificio mas. Ya puestos, casi prefiero este tipo de cosas, por el peligro que se pongan modernos y nos planten otro setazo.
ResponderEliminarPlax, sobre la duquesa, tu da ideas...
Querida Mucia, tu comentario me devuelve a la realidad, la que vive cotidianamente quien anda todos los días por el centro sin mirar hacia tal o cual fachada, y me doy cuenta de mi deformación profesional.
ResponderEliminarSin embargo, sigo creyendo que aparte de esa costumbre algo enfermiza de valorar qué es lo que pasa en la ciudad, sí hay una cuestión importante a considerar, y es entender la regresión que se produce en el centro hacia una imagen nostálgica de una Sevilla que nunca fue. Por eso lo califico de cateto: porque considera que la ciudad está mejor cuando todo parece lo mismo, y lo mismo que aquí se estila son las pretendidas fachadas de cornisa y moldura. Y esa perspectiva cateta es la que se convierte en una manera de mirar de la gente, que tiene miedo a asumir lo que es de nuestro tiempo a favor de una ilusión de lo que es de nuestro lugar.
En fin, pero seguramente te aburra con un discurso seguramente demasiado interiorizado, y precise hacer el esfuerzo de entender que la gente asume las cosas con más naturalidad que quienes nos dedicamos a esto...si la gente, como dice Juanjo, termina haciéndose fotos vestidos con su chaqueta de botones dorados y su mantilla y su peineta enfrente de las setas, todo resulta más normal que lo que me imagino...
Pero bueno, me parece una pena que este tipo de cambios en la ciudad sean mirando hacia atrás, en lugar de mirando hacia delante...apreciando tu opinión, personalmente, sigo pensando que a ese solar, por más desapercibido que pase a la gente, necesitaba de un edificio completamente distinto...tanto de uso (por qué no pensar en algo más participativo que el shopping?), como de aspecto...total, si a quienes pasan por alli les va a seguir dando igual, al menos que me lleve yo la satisfacción...:)
...y sobre la duquesa, he de reconocerte, que mi cerebro se reblandece cuando pienso en ella...y no dejo de imaginarme qué es lo que va a pasar en esta ciudad el día que se nos vaya...mieo me da...
Plax, de acuerdo contigo en que ese edificio, es un atentado a la salud mental de todo ser humano que se precie de ser humano...
ResponderEliminarPero de ahí a comparar Kobenhaven con Sevilla por haber tirado un palacio y haber construido un corte Inglés encima y al lado construir el edificio de la Policia... no sé un poco exagerado, no? En mi recuerdo de Kobenhaven de cuando estive hace ya unos años, lo recuerdo como una ciudad brutalmente avanzada en todos los sentidos, incluido la integración de arquitectura moderna con antigua... pero lo del Duque no me genera el mismo sentimiento, más bien me genera un sentimiento de cutreza... igual que los Champiñones.
Probablemente me haya faltado alguna clase de vuestra escuela para entenderlo. Pero un incluto arquitectónico como yo, no ha entendido muy bien esa comparación: has usado el nombre de Kobenhaven en vano! :)
Un abrazo.
A mí lo que me ha dolido es que te metas con los pasteles de Ochoa. Te voy a invitar un día a merendar hombre.
ResponderEliminarQK (la mujer del Miniurgo).
Querido Miniurgo: si yo te contara cuáles son mis recuerdos de Copenhague...
ResponderEliminarJeje! Abuelo, me has recordado aquel viaje y me he descojonado. Qué bien que lo pasamos y cuánto que nos reímos, sobre todo con lo que me imagino que tú tienes todavía grabado en la memoria..pero una cosa, ahora que lo pienso, la kinki night, no fue en Turku??
ResponderEliminarY Miniurgo..realmente pienso que esa arquitectura era Europa, y hablo con conocimiento de causa..lo único que pasa es que queríamos ser Copenhague, con economía del Neolítico..de hecho, el edificio de la policía tenía previsto aire acondicionado, pero quitaron el presupuesto cuando se iba a instalar..y claro, en lugar de frío de Copenhague dentro, parecía que se estaba en Mombasa...
QK: todos mis respetos a los pastelitos de Ochoa, siempre que sean comestibles...un beso!
Querido Plax: no me refería a la kinki night (que sí, fue en Turku o en Jivaskilla o por ahí). Me refería a la belleza nórdica grabada en mi mente...
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