Las recientes experiencias esperpénticas de Mucia con su empalotizado jefe, me han hecho recordar al jefe más peculiar que jamás haya tenido: El Perlita.
El Perlita es un personaje casi mitológico nacido en la remota Bangladesh y que por alguna razón que desconozco, acabó siendo seleccionado por su compañía para trasladarse a trabajar en Lisboa en un operador de telefonía móvil, inexistente en la actualidad y sólo localizable en el cementerio de las empresas, víctima de la crisis de las Telecos vivida en el 2002.
El Perlita, era un personaje grotesco a la vista: barrigón, pero delgado, con facciones muy similares a las hindúes, capaz de vestir un pantalón verde de rayas con una chaqueta amarilla de cuadros. Denominado El Perlita por lucir un voluminoso anillo con una perlita. Pero sin embargo, a pesar de escenificar una estampa viva grotesca, estaba casado con un auténtico pibón escultural que bien podría haber sido una actriz de Bollywood... algo especial debía tener El Perlita escondido.
Las anécdotas vividas con El Perlita en los ocho meses que tuve la oportunidad de trabajar con él, o lo que fuera aquello, antes de que regresara a su Bangldesh natal, fueron casi infinitas. Pero de todas ellas, querría destacar la siguiente:
Estábamos mi compañero Marioneta y yo trabajando en nuestros puestos habituales en la oficina, cuando de repente El Perlita , en mitad de la mañana, se nos acerca y nos dice en perfecto inglés incomprensible de Bangladesh:
"Marioneta, Miniyo, venid conmigo, por favor, a la sala de reuniones".
Nos sentamos obedientemente frente a El Perlita, quien tras varios minutos de infinito e intrigante silencio, por fin nos dice:
"Marioneta, quítate las gafas..."
Marioneta le mira, me mira, le vuelve a mirar y le pregunta en perfecto inglés de Alcorcón:
"Que me quite las gafas?"
"Sí las gafas... que te quiero ver los ojos", responde El Perlita.
Marioneta no da crédito y duda por unos segundos, de su conocimiento de inglés, aprendido en Alcorcón. Me mira y me pregunta en perfecto castellano castizo:
"Miniyo, qué dice que me quite las gafas?"
"Sí, eso dice... te quiere ver los ojos", le respondo, dando menos crédito que él a la situación.
Marioneta tiene su criterio profesional, pero es obediente y disciplinado ante los mandatos de su jefe y se quita las gafas, mirando patidifuso a El Perlita.
El Perlita le mira y seguidamente me mira a mí y mientras pienso qué me va a pedir a mí que me quite, me dice:
"Miniyo..." silencio eterno "aprecias a Marioneta?"...
Yo, casi hipnotizado por la esperpéntica situación, le respondo casi temblando, en perfecto inglés de Sevilla:
"Sí, le aprecio"...
Marioneta y yo nos quedamos mirándonos, como si nos hubieran robado la ropa y nos hubieran dejado en pelotas avergonzados y atemorizados...
El Perlita nos mira tras unos minutos de infinito silencio, y concluye:
"Somos un equipo... podemos irnos"
De vez en cuando me pregunto que sería de este personaje de TBO... pero mitológico para mi universo PoNi. Algún día contaré otras anécdotas de las miles, e igualmente esperpénticas, vividas en aquella inolvidable experiencia profesional lisboeta.
El Miniyo del Demiurgo.
Madre mía Miniyo, estaba temiendo el desenlace de esta historia y menos mal que ha acabado como lo has descrito, porque podría haber acabado con esa maravillosa y archiconocida frase de "pon tu mano ahí" y hubiera sido muy chungo...
ResponderEliminarperlita, marioneta... impresionantes personajes!
un abrazo!
Querido Miniyo: que fichen al Perlita de psicólogo del Sevilla, a ver si así remontan el ánimo, y no deambulan por el campo.
ResponderEliminarAbrazo
Pensaba que iba a acabar..."Os declaro marido y mujer"
ResponderEliminarYo también pensaba que acabaría con un besugo. Impresionante técnica de team building.
ResponderEliminarCon esto de los jefes hay historias para todos los gustos, recuerdo mi época de becario cuando le llevaba todos los días el café a mi jefa para pelotear un poco. Hoy día es mi cuñada,... Y por supuesto ya no le llevo el café sino a las niñas para que me las cuide...