La segunda quincena del mes de Junio es especial para Afrodita y para mí: en apenas una semana celebramos su cumpleaños y nuestro aniversario de boda. Son los momentos que aprovechamos para estar especialmente centrados en nosotros, haciendo un reset espacio-temporal que nos aisle del acelerador de neuronas que es el "Outer Us".
Este año lo hemos querido vivir de un modo especial y hemos aprovechado para hacer un reset algo más profundo que de costumbre, a través de un pequeño viaje a Barcelona, sin nuestros pequeños Telémaco y Lucilo.
Y es que Barcelona me apasiona. A pesar de las Tinieblas del nefasto y anticultural periodo Tripartito, para una ciudad en la que su esencia es la extraordinaria cultura cultivada a lo largo de su historia, Barcelona sigue siendo la capital cultural de nuestra quebrada España.
Y en su cultura sobresalen las manifestaciones artísticas que han aprendido a coexistir a pesar de sus diferentes edades y naturaleza. Un espejo oculto para ciudades tan rancias como la nuestra.
Y dentro de este escenario cultural desbordante, en este viaje hemos aprovechado para disfrutar de una de las manifestaciones artísticas en las que Barcelona está sobresaliendo de forma muy especial en los últimos tiempos: la gastronómica.
Y para ello, nada mejor que acudir a la Catedral del Arte Culinario Nacional. Nada mejor que acudir a Dos Cielos...
Con el tiempo estoy aprendiendo a disfrutar cada vez más de este arte, en el que los hermanos Torres son los maestros contemporáneos con mucha diferencia. El sabor desconocido, de sus creaciones de carácter tradicional, se queda en tu interior poniéndote los pelos de punta, en una sucesión de sensaciones, plato a plato, creación a creación.
Tuvimos la suerte de conocerlos de forma casual hace un par de años en Extremadura. Tuvimos la suerte de comprobar que son unas excelentes personas y unos apasionados de su oficio, mamado desde la infancia. Tuvimos la suerte de recordarlo el pasado viernes por la noche.
La experiencia de cenar en Dos Cielos, aunque de alto coste (que no cara porque lo vale), merece muy mucho la pena. Sólo por ello, merecería la penar ir a Barcelona.
Miniurgo.
La verdad Miniurgo es que solamente por el sitio merece ir al Dos Cielos, y si además son unos extraterrestres de la cocina debe ser para flipar...
ResponderEliminarEspero que hayáis disfrutado del retiro Afrodita y tú, y que la celebración de las dos fechas haya sido el equivalente al ka-boom de la vida en pareja. Abrazos a los dos.
Antes de que España entrara en la Unión Europea, ya lo era Barcelona de pleno derecho. Me remonto a un tiempo romo y celtibérico de un centralismo visceral en el que Barcelona ya era en buena medida Europa.
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