Queridos amigos,
Recuerdo cuando, por una etapa de mi vida, tuve ocasión de jugar al golf. Un deporte para el que, como para todos los demás, no he estado especialmente dotado, pero que realmente llegué a disfrutar en veranos en Huelva con mis hermanos y mis primos, y para el que mi cuñado Ricar me quiere, desde hace tiempo, recuperar...(volveré!!!)
En esos tiempos, cuando tenía 11 o 12 años, existía una leyenda para todos los que practicábamos ese deporte, que era Severiano Ballesteros. Un personaje al que recuerdo ver por la noche, cuando retransmitían el Masters de Augusta a horas intempestivas, haciendo cosas tan increíbles y sencillas como ésta: un eagle en el hoyo 13 de Augusta durante el Masters del 86.
Seve formaba parte de un universo de jugadores que coincidió en aquella época, con los que todos los que jugábamos nos queríamos comparar: junto a él, el insulso Nick Faldo, el gélido Bernhard Langer con su putt especial, el Olazábal que empezaba a despuntar, o mi favorito indiscutible, el tiburón blanco, Greg Norman...nombres que siguen asociados a conversaciones y momentos felices pegando palos por Bellavista...
Pareció por una temporada que había logrado ganar de nuevo. Pero finalmente Severiano no ha podido. Se va un crack del golf mundial, un tipo peculiar, un genio del deporte. Generalmente la imagen que nos llega de la gente que se dedica a darle palos a una pelota, o patadas a un balón, es la de ser unos privilegiados intocables; casta que vive bien haciendo de puta madre lo que los demás hacemos de cualquier forma y de manera ociosa.
Pero, como en todos los trabajos y dedicaciones humanas, eso sólo llega después de currar mucho, aunque tu curro se parezca a las diversiones de los demás. Severiano mamó el golf desde pequeño, y currando, currando, consiguió hacer que lo difícil pareciese fácil. Consiguió ser un grande, un auténtico crack.
Seve, descansa en paz.
Gran Seve. Todo un artista.
ResponderEliminarLástima que lo puteara una hija de Botín.
Sin duda, descanse en paz.
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