El absurdo mundete de Zoidote, vol. 1: Farolas y bancos

Zoidote, el Demagogo electo por Sevilla, tras sus primeras actuaciones teatrales de cara a la galería, en las primeras horas de su inaugurada dictadura democrática, ha empezado a abrir la boca. Ha empezado a desplegar su magia salvadora, que ya anticipábamos en algunos de los Garabatos Pop pre-electorales. Magia en forma de discursos imperiales intelectualmente superiores a los de cualquier cristiano votante, desde su posición de dictador democrático que le otorga actuar como alcalde electo con mayoría absoluta.

Si consideramos que decidir realizar una auditoría es una necesidad y una obligación y no una medida, su magia salvadora para esta ciudad adopta como primera medida anunciada, nada más y nada menos, que quitar las farolas y bancos, modernos para su gusto, de la Plaza del Pan, Alfalfa y su entorno... cuando haya posibilidad económica (cuando se pueda volver a derrochar).

Demoledor para la inteligencia humana.

Esto demuestra cuatro cosas:

1. Que si esa es la primera medida, y por tanto, la más urgente y esperada, y va destinada a atacar, no a los resultados de la antisocial gestión económica de Monteseirín, sino a su gusto estético, es que Monteseirín no lo ha debido hacer tan mal en términos socio-económicos, a los ojos de Zoidote. Y por tanto, toda su campaña electoral ha sido un teatro.

2. Que Zoidote está entre los que piensan que el para gustos colores es para los tontos y que los listos saben perfectamente, por encima del resto, lo que es bonito y estético. Y que las plazas y calles de Sevilla deben ser un reflejo de los gustos expuestos en el salón de la casa del regidor.

3. Que la crisis socio-económica a este señor le importa o conoce poco. Y por tanto, difícilmente podrá solucionarla en el ámbito local como prometió firmemente (aún sabiendo que es objeto de la política macro y no micro). Y no sólo eso, sino que en cuanto se pueda, a derrochar a mano abierta, rehaciendo obras y enterrando inversión mucho antes de rentabilizarla, como en la España inflaburbuja popular de la segunda mitad de los 90.

4. Que la gente vota sin leer los programas electorales. Que ahora actúan de escudo.


Señores votantes de Sevilla, ahí tienen a su salvador: disfrutenlo. Esto sólo acaba de empezar...





Miniurgo.